LARVAS ASTRALES

1 12 2017

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NOTA/ Este texto no es de mi autoría, forma parte de la documentación sobre el tema que he ido copiando de Internet. Por desgracia no anoté el autor ni copié la página por lo que no puedo poner un enlace al texto en lugar de copiarlo aquí. De nuevo advierto a los lectores que lo lean y sepan de dónde procede o al autor o administrador de la página donde fue copiado que si me lo hacen saber suprimiré el texto poniendo en su lugar un enlace. Sin perjuicio de tratar yo personalmente este tema, así como otros, de momento subo esta documentación para que los lectores se vayan haciendo una idea sobre el plano astral. En la biblioteca de este blog también remitiré a libros esotéricos que traten el mismo tema.

CURSO DE AUTODEFENSA PSÍQUICA
2º PARTE

CONTRA QUÉ LUCHAMOS

La experiencia diaria nos demuestra que,
siendo el miedo hijo dilecto de la ignorancia, lo
que atacándonos puede cruzar nuestras defensas
y perjudicarnos, es aquello cuya naturaleza
desconocemos. La primera condición para vencer
a lo que nos ataca es conocerlo. En
consecuencia, antes de estudiar las técnicas
defensivas, analicemos cuáles son las
naturalezas de nuestros atacantes.

Podemos distinguir las siguientes categorías:

1) Larvas astrales
2) Paquetes de memoria con alto contenido
thanático
3) Otras sectas esotéricas
4) Técnicas mentales (vampirismo psíquico o
energético)
5) Vórtices psicoespirituales
Larvas astrales: así como la
evolución de la vida en el plano físico nos
muestra una increíble diversidad de niveles de
complejidad biológica, así en otros planos
constitutivos del Universo existe la misma
multiplicidad. Un error común en que suele caer el
estudiante de estas disciplinas, es suponer que
los “seres” (por darles una denominación) que se
mueven en el plano astral, son de condición
necesariamente superior al hombre, o confundir
los planos astrales con los esotéricos.

En cada plano (quizás entendamos mejor
este concepto asimilándolo a la idea cuasi
científica de “otras dimensiones”) también
coexisten seres de distinto grado de evolución.
Tomemos el ejemplo de la biología física (por
buscar una expresión que designe al mundo
percibido por los sentidos básicos) remitiéndonos
a los parásitos, ya sean estos animales o
vegetales. El parásito vive en condiciones de
singularmente egoísta simbiosis, vive a expensas
del organismo en que anida, fagocitándolo,
creciendo y multiplicándose a su costa, pero
siendo incapaz de perpetuarse fuera de él. Su
primitivo grado de organización le impide la
autosuficiencia o, en el mejor de los casos, sólo
subsiste por sí mismo durante lapsos exangües
de tiempo.

En todos los planos y niveles del Universo
existen parásitos; de hecho, deben existir ya que
si proclamamos como una ley esotérica el
Principio de Correspondencia, es necesario, para
que éste exista, que se cumpla en todos los
niveles; y cuando afirmamos que en todos los
microcosmos existen equivalencias
correspondientes a todo cuanto existe en el
Macrocosmos, es que sólo este principio podrá
afirmarse con validez universal, si precisamente,
observamos sus efectos a nivel universal.

Entonces tomemos un plano cualquiera.
Por ejemplo, el mental o, más exactamente, el
inconsciente personal de cada ser humano, para
no confundirnos con el Inconsciente Colectivo,
ese gran océano mental donde todos boyamos.
¿Es que acaso en el inconsciente personal de
cada uno de nosotros puede desarrollarse algo
que podamos llamar “parásitos mentales”? Ya
veremos que sí.

Todos hemos oído hablar en Psicología
de los “complejos”; ese conjunto de factores tanto
congénitos como adquiridos que producen
alteraciones de conducta. Ahora bien, ¿cómo es
que se forma y, lo que es más importante e
interesante, cómo se desarrolla?

Supongamos que tomamos un ejemplo a
partir de un niño. Como en todo ser humano
existen elementos en su personalidad que le son
transmitidos genéticamente, formando un
conjunto de factores psíquicos propios a toda la
humanidad y que conforman lo que llamamos
inconsciente colectivo. Esos factores son lo que
llamamos arquetipos.

El psicólogo suizo Carl Gustav Jung
demostró que en realidad anidan en nosotros dos
inconscientes; por un lado, el personal o
individual, que es lo que define las
particularidades tipológicas (carácter y
temperamento) de cada uno de nosotros; es el
que nos hace diferentes unos de otros. Pero, por
otra parte, todos tenemos un inconsciente
colectivo, o mejor aún, una parte de él, que
compartimos con toda la especie humana.

La afirmación de que “todos los hombres
somos hermanos entre nosotros” encuentra en
Jung una explicación psicológica. Todos
integramos una memoria ancestral, racial, una
gran mente mundial, como un gigantesco cerebro
que se reparte en innúmeras células
independientes. Cada uno de nosotros somos
una de esas células. Esa mente omnipresente
está en todos nosotros. ¿Y cómo sabemos de
ella? Muy sencillo.

Todos los seres humanos somos
diferentes por acción de nuestros inconscientes
individuales. Pero, también, todos tenemos
características comunes por nuestro inconsciente

colectivo. Estas características son los arquetipos
e integran algo así como una cédula de identidad
del género humano. Son nuestros rótulos de
identificación. Algunos de ellos son:

el arquetipo del Viejo Sabio (presente
cuando afirmamos, por ejemplo, “tal cosa es así –
no porque yo lo razoné o así lo concluyo– sino
porque lo dijo Fulano de Tal (diplomado por una
universidad X)”, o, en un nivel sociocultural
menor, “tal cosa debe ser verdad porque lo dijo la
radio (o la televisión, o el diario)”. Anteponemos
un criterio de autoridad real o supuesto,
delegando en un tercero la asunción de la
responsabilidad por nuestros decires;

– el arquetipo de la Gran Madre (la raíz de
los cultos a la fertilidad y a la tierra como diosa
madre, presente en los fundamentos de todas las
religiones, aun las más modernas. Tal el caso del
catolicismo donde encontramos una verdadera
“raíz pagana” en el culto de la Virgen. Y aunque
duela a más de un oído cristiano, debemos
aceptar que esto es así, por varias razones:
(1)porque el culto a la Virgen como
Madre de Dios no es privativo del catolicismo
sino, de hecho, anterior en milenios, tanto en
oriente como en occidente;
(2)porque las Vírgenes adoradas en
la Edad antigua y la Baja Edad Media (es decir,
cuando aún estaban próximos en el tiempo los
orígenes del Cristianismo) eran negras –como las
que aún subsisten en muchas partes de Europa,
Centro y Sudamérica, como la Virgen de Caá
Cupé en Paraguay– y está demostrado que es
sólo una transposición cultural del culto a Isis y
sólo pasan al “color” actual cuando en la alta
Edad Media una bula pontificia, eminentemente
racista, identifica al “negro” con el demonio (tal el
caso de los gatos) para justificar el exterminio de
musulmanes y africanos;
– el temor a la oscuridad (obvio en todos los
chicos –y otros que no lo son tanto–). El temor a
la oscuridad es evidentemente ancestral,
remontándose al tiempo en que los homínidos

(futuros hombres) cazaban de día, reyes de la
pradera, pero en las noches permanecían ocultos
y aterrados, en árboles y cavernas, horas en que
los animales de presa salían a buscar su alimento
y los cazadores pasaban a ser cazados;

– el temor a lo desconocido (todo ser
humano tiene miedo a lo que no conoce, y por
extensión puede interpretarse como el temor al
cambio. ¿Cuántas veces nos han ofrecido
empleos mejor remunerados que el que
poseemos, mejor status social, más perspectivas
y sin embargo… a último momento algo nos
retiene, nos hace dudar, algo intangible… Ya lo
dice el refrán popular: “Más vale malo conocido
que bueno por conocer”. Si ustedes lo analizan,
este dicho carece por completo de lógica y
sentido. Pero es verdadero, en tanto es popular,
inconsciente… y arquetípico);
– el instinto sexual (obvio en todos los seres
humanos);
– el instinto de poder (también obvio en
todos nosotros, así como su antítesis inmediata,
el Complejo de Inferioridad);
– la necesidad mágica (también llamada
Necesidad Religiosa) que define esa “religión
natural” que anida en el hombre, como en él
anida una “moral natural”.
El hombre es mágico, vale decir, religioso
per se, aunque una educación racional lo
convierta en “ateo”, o en lo que a él le parece que
es ser ateo, pues siempre se ha formulado las
preguntas básicas: ¿Existe Dios? ¿De dónde
venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Hay vida
después de la muerte? Y, muy especialmente,
¿Cuál es la razón, la misión de mi presencia en
La Tierra?

descarga

Ahora volvamos al ejemplo del niño al
que hiciéramos referencia antes de esta digresión
sobre arquetipos.

En este chico anida, como en todos, el
arquetipo del Miedo a lo Desconocido y el Temor
a la Oscuridad. Cierto día (¿o deberíamos decir
“cierta noche”?) regresa a su casa más tarde que
de costumbre y ocurre que alguien, un amigo o
familiar, para gastarle una broma pesada, lo
espera agazapado detrás de un árbol,
enmascarado… sorpresivamente salta a su paso,
con el susto subsiguiente del niño.

Ya se ha creado un complejo: el hecho
traumático se incrusta en la vida psíquica de ese
niño, queda allí fijado (del término “fijación”) como
una espina que no es extraída. Al paso del tiempo
ésta comienza a crear una infección que va
extendiéndose, multiplicándose las bacterias que
crecen lozanas porque nosotros las alimentamos.

Ahora bien. A medida que pasa el tiempo,
ese “complejo latente” se va alimentando de las
vivencias del sujeto, que tienen correspondencia
con el shock inicial. Así el complejo va creciendo
a expensas del deterioro de la esfera psíquica del
individuo. En cierto modo el complejo comienza a
adquirir independencia psíquica como si se
tratara de un ser autónomo e infradotado. Así, si
no hay tratamiento de por medio, ese complejo
comienza a fagocitarnos psíquicamente,
polarizando hacia sí todos aquellos elementos del
inconsciente que sirvan a su crecimiento
(¿recuerdan el comentario de los “vórtices” de la
introducción?). Estos complejos son autónomos
en cierto grado, dado que no pueden existir sin el
sujeto que les dio vida.

Estas extensas consideraciones deben
sustentar el hecho plausible de aceptar que en el
plano astral también existen “parásitos”, que en
Ocultismo reciben el nombre de “larvas astrales”.

Su origen se encuentra en la sustancia
astral que puede constituirse en entidades
psíquicamente independientes, constituidas de
elementos mentales inferiores y empleando el
“cuerpo de los deseos” o cuerpo astral como
soporte, algo así como “animales” de otros
planos, con cierto grado de malignidad o muy
bajo nivel de evolución espiritual en cualquier
punto del universo. También, aunque el cuerpo
astral se desintegra después de un cierto tiempo
de muerto el cuerpo físico que le dio sustento, es
posible que algunas “larvas” estén conformadas
por el remanente luego de la muerte de un ser
humano particularmente thanático, y de hecho, si
ese remanente “parasita” la materia astral de
otros seres vivos, puede prolongar un cierto
tiempo más su postexistencia.

No debe confundirse con el “paquete de
memoria”, al que nos referiremos más adelante,
constituido por remanentes psíquicos; lo que nos
enseña que las “larvas astrales” carecen de
psiquismo o, en el mejor de los casos, éste no
presenta grandes diferencias con el fetal.

Esta sustancia astral vaga al azar en
planos correspondientes con el nuestro, pero
circunstancialmente se siente atraída por ciertas
singularidades en su plano (el astral). Esas
singularidades son la correspondiente astral de
las perturbaciones físicas y/o psíquicas que los
seres humanos sufrimos.

Vale decir que la existencia de una
“enfermedad” física o psíquica creará una
discontinuidad en el plano astral que actúa como
un señuelo, una llamativa señal para esas larvas
que, inexorablemente, se sienten atraídas hacia
ella.

Así, se ubican en las proximidades del ser
afectado, incrementando su propia vitalidad a
expensas del cuerpo astral de ese humano,
parasitándolo. La sostenida pérdida de materia
astral tiene, obviamente, su contraparte en los
otros planos del sujeto, incrementando sus
problemas físicos o psíquicos, pudiéndole llevar a
la muerte.

Se generan así los cuadros de “obsesión”
y “posesión” a que han hecho referencia todas las
religiones. La diferencia entre una situación y otra
es que mientras en la “obsesión” la larva astral
simplemente consume progresivamente la

materia astral de la víctima, en la “posesión” la
larva pasa a ocupar el continuun espacio-
temporal del sujeto.

Entonces, ¿qué ocurre con la supuesta
“personalización” en los cuadros de “obsesión” y
“posesión”, es decir, cuando el ente adopta
nombre o se expresa a través de la víctima?

En realidad, estos casos son mínimos,
pero ciertamente graves, pues señalan que la
larva astral “capturante”, por decirlo así, ha
absorbido o ha sido absorbida por un paquete de
memoria thanático o un elemental.

Estas monstruosas simbiosis son, por
desgracia, perfectamente posibles. En realidad,
su existencia es finita, pues tarde o temprano uno
terminará reabsorbiendo al otro (en estos casos,
las larvas generalmente llevan las de perder),
pero si en el ínterin caen en el vórtice generado
por la perturbación de un ser humano, doble será
el acoso que el mismo sufrirá.

Recordemos que las larvas astrales
carecen de conciencia o la tienen en un grado
muy primario, mientras que los “paquetes” por
citar un ejemplo, cuentan con remanentes de la
misma, una conciencia-subconsciente casi
crepuscular, pero carecen del medio (sustancia)
idóneo para manifestarse. Cuentan, entonces,
con tres formas de hacerlo. Y sobre esas formas
hablaremos en el apartado siguiente.

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ARCHIVOS ESOTÉRICOS I

23 11 2017

PRESENTACIÓN

biblioteca

De nuevo reitero lo ya dicho en otras secciones, la eliminación de mi cuenta de una nube donde había subido algunos archivos interesantes sobre el tema me ha hecho pensar en la necesidad de abrir una nueva sección en el blog para esos archivos. Muchos de ellos irán precedidos por un comentario personal y siempre se hará constar que no son de mi autoría cuando proceda.

ADVERTENCIA

La mayoría de esos archivos fueron copiados de Internet y no tomé la preocupación de hacer constar la página de la que fueron tomados ni copié el enlace, así pues si algún lector sabe de qué página fueran copiados le ruego me lo haga saber para eliminarlos y poner en su lugar un enlace directo.

Me gustaría organizarlos por temas pero dado el desorden que tengo eso no va a ser posible, así que ruego a los lectores que utilicen las etiquetas para agruparlos.