ENLACE PARA BAJAR EN PDF DIARIO DE UN ENFERMO MENTAL LIBRO II
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DIARIO DE UN ENFERMO MENTAL L
UNA EXPERIENCIA INICIÁTICA
-Si no eres tú, ¿quién?
-Si no es aquí, ¿dónde?
-Si no es ahora, ¿cuándo?
Frase hasídica citada por Alejandro Jodorowsky en su libro Psicomagia.
Si caminas solo,
Irás más rápido;
Si caminas acompañado,
Llegarás más lejos.
Proverbio chino.
Se podría decir que tras el último capítulo, tan tormentoso, tan apocalíptico, las aguas han vuelto a su cauce…Se podría decir, aunque tal vez no sea cierto, porque las aguas de la vida nunca regresan a su cauce, no tienen cauce, se desparraman por donde quieren, en forma de tromba, de torrente, de agua mansa no beberás, de agua pantanosa, de agua de mayo… Aún así se podría decir que los problemas que me agobiaban entonces han desaparecido, o más bien se han transformado en otros más llevaderos, la angustia ha disminuido y tengo la sensación de que vuelvo a ser el que era antes de que ocurrieran los acontecimientos de los últimos meses. Pero no es cierto, nunca volveré a ser el mismo, algo ha cambiado en mi interior, profunda, drásticamente. He vivido una experiencia iniciática y nadie vuelve a ser el mismo tras vivir algo así.
He acabado por conocer la estrategia de las fuerzas poderosas, cuando quieren darme una lección, cuando me van a hacer vivir una experiencia iniciática…me preparan con unos cuantos palos sin ton ni son. Me siento como un burro al que entrenaran para llevar una pesada carga a fuerza de palos. Cuando determinados acontecimientos se acumulan en un corto espacio de tiempo, acontecimientos que tal vez no significaran nada en un largo espacio de tiempo, pero que cuando se comprimen adquieren un extraño significado, algo así como el tipo gafe que no cesa de quejarse de su mala suerte y nadie le cree, hasta que otros ojos contemplan asombrados el encadenamiento de hechos generados por una mala suerte recalcitrante, acumulativa, exponencial, demencial, que acaba por convencerles de que, en efecto, ese tipo tiene que ser gafe, de otra forma no se explica lo inexplicable.
Me he dejado llevar por la curiosidad morbosa y he buscado en la wikipedia el significado de “exponencial”. Esto es lo que he encontrado.
La expresión crecimiento exponencial se aplica a una magnitud tal que su variación en el tiempo es proporcional a su valor, lo que implica que crece cada vez más rápido en el tiempo, de acuerdo con la ecuación:
Mt=Mo *art Donde rt va por encima de la a, algo que no he conseguido saber cómo se pone en este procesador de textos.
No entiendo ni quiero entender, odio las matemáticas, no obstante dejo aquí la explicación de la wikipedia para los aficionados a este noble arte de la matemática:
Donde:
Mt es valor de la magnitud en el instante t mayor 0 (no me sale en el teclado el signo correspondiente;
Mo es el valor inicial de la variable, valor en t=0 , cuando empezamos a medirla;
r es la llamada tasa de crecimiento instantánea, tasa media de crecimiento durante el lapso transcurrido entre t=0 y t <0
a es cualquier constante mayor que 1.
{\displaystyle M_{t}} es valor de la magnitud en el instante {\displaystyle t>0} {\displaystyle t>0};
{\displaystyle M_{0}} {\displaystyle M_{0}} es el valor inicial de la variable, valor en {\displaystyle t=0} t=0, cuando empezamos a medirla;
{\displaystyle r} r es la llamada tasa de crecimiento instantánea, tasa media de crecimiento durante el lapso transcurrido entre {\displaystyle t=0} {\displaystyle t=0} y {\displaystyle t>0} {\displaystyle t>0};
{\displaystyle a} a es cualquier constante mayor que 1.
Jajá, en mi vida me he visto en mayor desatino matemático. Lo mío son las letras, por eso vamos a transformar esta ecuación matemática en palabras, que se me dan mejor.
Pongamos que tu economía va normalita, una economía de clase media, más bien baja, pero media, ustedes me entienden. Lejos de mi intención herir en lo más mínimo a personas que tengan una economía un poco más baja, sin llegar a la pobreza extrema. Tienes unos ahorrillos, un pequeño colchón para evitar el golpetazo, algo así como un airbag contra el que choca tu nariz en lugar de hacerlo contra algo muy duro y romperse. Todo va normal en estos casos, hasta que ocurre lo que ocurre, aparece lo exponencial, lo que implica que crece cada vez más rápido en el tiempo.
Al acabar el capítulo anterior manifesté mi incapacidad para narrar acontecimientos intensamente emocionales, necesitaba el paso del tiempo para que la intensidad fuera disminuyendo, eso me permitiría contar ciertas cosas sin sufrir un pasmo. De hecho ya he narrado esos acontecimientos a algunas personas y no habiendo sufrido el pertinente shock, creo que estaría en condiciones aceptables de contar aquí todo lo sucedido. Sin embargo no es posible porque la discreción me lo impide, discreción que involucra a segundas y terceras personas, porque lo que es a mí, me trae al pairo, soy la persona más indiscreta del planeta, porque nada tengo que ocultar ni nada me impulsa a intentar ocultar algo. Aún así pudieran estar en juego ciertos aspectos de mi futuro que ahora mismo no estoy en condiciones de asumir, tal vez sí en unos días, semanas o meses. Por lo tanto me veo obligado a ser discreto, contra mi voluntad, y a utilizar puntos suspensivos en lugar del nombre de personas y a ocultar conejos en la chistera para que nadie los vea, lo que hace un mago, solo que al revés, y de esta forma mientras el conejo desaparece en la chistera puede que alguien con vista de águila haya visto algo, antes de que la magia haga desaparecer la realidad, cuando todos sabemos que la verdadera magia hace aparecer una realidad allí donde no había ninguna.
Lo que sí me puedo permitir es hablar de economía sin tapujos, porque si hay una magia visible, y no invisible, al alcance de todos, y no solo del mago, esa es la economía. Dicho de otra manera, todo comenzó hace unos meses, un acontecimiento en sí mismo poco llamativo y bastante verosímil. Lo que yo ignoraba entonces, ahora no, es que aquello fuera el primer palo al burro de las fuerzas poderosas. Algo de lo que no debería hablar, porque tal vez las fuerzas poderosas se enfaden conmigo y me den más palos, pero en este preciso momento las fuerzas poderosas me la traen al pairo y los palos caerán sobre mojado y tal vez resbalen, al menos un poco. Si las fuerzas poderosas quieren ser desfavorables… que lo sean y que alguien más poderoso las ondule con la “permanén”. Es curioso cuántas personas dicen no creer en nada, ni en las fuerzas poderosas, pero cuando tienen que decir lo que yo acabo de decir, se cosen la boca, no sea que… Hay que ser valientes, chicos y chicas, lo digo y lo ratifico y si llegan los palos que sean gordos y que me tundan.
Que la venta de la casa se fuera al garete, cuando todo estaba en el bote, es una simple cuestión de mala suerte, todo podía haber ido con normalidad, pero no lo fue. El hecho de que existiera un precontrato y se hubiera dado una señal por la compradora, la parte contratante de la segunda parte, hace estadísticamente poco probable lo que ocurrió… pero no obstante ocurrió. Por fin, pensaba, me desharé de una parte importante de mi pasado, y aunque tenga que sufrir un poco, hacer de tripas corazón durante unas horas, unos días, luego todo pasará y el colchón contra accidentes en el futuro se hinchará un poco.
Bueno, no pasa nada, peor suerte tuvo la Invencible. El hecho de que a continuación me avisara Volkswagen, tras años de espera, de que por fin mi vehículo, afectado por una cuestión de mala suerte estadística, iba a ser arreglado gratuitamente en un taller, sin coste para el propietario, parecía ser una compensación al nefasto evento anterior. Me las prometía muy felices cuando dejé en el coche en el taller correspondiente. Algo me llegó a la cabeza al ir a buscarlo, lo deseché, no podía ser cierto… pero lo fue. Al meterlo en la máquina encontraron una avería muy grave que corría de mi cuenta o no podían cambiar el chip. De no haber sido porque esa avería coincidía con el nefasto encendido de un piloto años atrás, yo hubiera pensado, mal pensado, que intentaban que pagara un arreglo que era gratuito. Al final tuve que pagar la cuantiosa factura para que me manipularan el chip, algo que la DGT me había avisado por carta que de no hacerlo sufriría las consecuencias. Me pregunto qué tendrá que ver la DGT con Volkswagen.
Dejé de pensar en los palos al burro de las fuerzas poderosas cuando por un error mío y solo mío –aunque tal vez un poco de otros- típico de mis consabidas patologías de enfermo mental, me colé en un área de descanso que había sido cerrada por la guardia civil. Juro que no me dio tiempo a pensarlo cuando al dar el volantazo para meterme en el área de descanso y descansar y hacer necesidades perentorias, me encontré con unos conos. Los sorteé como pude y entré en el área cerrada. No podía salir tan ricamente por el otro lado puesto que pude ver un coche de la guardia civil. Lo pensé, lo medité, me encomendé a las fuerzas poderosas y decidí salir por donde había entrado, sin el menor riesgo para los vehículos que venían detrás porque todos habían visto el control y su velocidad era tortuguil. Pasé el control sin problemas -¡a saber lo que buscaban¡- pero durante meses no pude evitar mirar el buzón por si me venía la multa correspondiente, me quitaban puntos, o incluso me acusaban de intentar saltarme un control –todo es posible en esta vida- pero no llegó, lo que me hizo pensar de nuevo que un palo o dos de las fuerzas poderosas no indica eso de “palos al burro que es de goma”.
Luego vino lo de Hacienda. También culpa mía, aunque otros tal vez tuvieran una pizca de culpa. Como el año anterior me había pagado el Ministerio el sueldo, unos meses, y luego la Seguridad social, cada cual hizo sus cálculos, y yo ninguno, con lo que me encontré con que el palo de Montoro iba a hacer época, no tanto como el de algunos futbolistas, pero casi-casi. Aquello me desarboló y cuando llegó la experiencia iniciática, también vino acompañada del correspondiente estipendio, con lo que mi cuenta quedó temblando. Me planteé rescatar el plan de pensiones, pero si lo hacía ya no desgravaría nada el siguiente año fiscal, con lo que me lo pensé. De pronto mi economía de clase media-baja se resquebrajó y me las vi pensando en llegar a fin de mes y rezando porque no ocurriera nada especial.
No es que el dinero sea para mí una tragedia o una comedia, según le vaya a la bolsa, pero no es agradable rezar para que no ocurra ningún imprevisto. Las vacaciones son todos los días para un jubilado, eso no tiene la menor importancia. El dinero nunca será para mí un obstáculo para alcanzar el samadhi. Leyendo el evangelio según Ramakrishna me encuentro con su terrible frase de que los dos obstáculos principales para alcanzar el estado de beatitud son, el oro y la mujer. Yo lo interpreto como lujuria. Hay que tener en cuenta que este gurú, una de las almas más elevadas que ha dado la humanidad, vivió en la época victoriana y en la India, donde la mujer no tenía ningún papel, ni relevante ni irrelevante. Resulta curioso que Ramakrishna empleara esa palabra, mujer, en lugar de lujuria, que abarcaría a hombres y mujeres, pero parece que en aquella época y lugar no se pensaba que las mujeres pudieran alcanzar el samadhi. Todos somos hijos de nuestra época, hasta las almas más evolucionadas. Cierto que el oro no sería para mí un obstáculo, pero sí la lujuria –las mujeres no tienen la culpa de que mi deseo hacia ellas sea arrollador- con lo que me sentí bastante mal. No solo me quitaban el poco oro que podía tentarme sino que el único placer de la vida que me dice algo –aparte de los placeres culturales y artísticos- debía ser descartado. Algo que por otro lado ya había hecho, porque la culpa la tienen los demás si te engañan mil veces, pero si te engañan mil y una vez la culpa la tienes tú. Tal era mi caso con las páginas de contacto y la búsqueda del sexo gratuito, no mercenario, y sin contrato para toda la eternidad. Ya había suprimido mis perfiles de las páginas de contacto y aceptado que podía suprimir el sexo de mi dieta sin morirme, al menos no muy rápidamente. Seré un ermitaño, un monje, alcanzaré el samadhi, porque los dos obstáculos que podrían impedirme alcanzar la beatitud, oro y mujer, ya no están en mi camino. Pero aún así eso de renunciar al sexo, de ahora en adelante, y hasta que la muerte me alcance, no deja de ser el último apego que me puede atar a esta vida miserable.
Pero no quiero terminar este largo capítulo del diario sin hablar, discreta y embozadamente de la experiencia iniciática que le da título. En otro momento, in illo tempore, lo contaré todo, porque para eso estamos los narradores, para contarlo todo en todo momento. Tiene que ver con los gatitos, por supuesto. Estas maravillosas personitas que para mí solo están un pequeño escalón por debajo de nosotros, y en algunos casos ni eso. Durante más de dos meses viví con ellos esta experiencia iniciática que me cambió en profundidad y para siempre. No puedo concretar, de momento, sus operaciones fueron mucho más duras para ellos que para mí, y el dinero invertido fue donado con amor. Lo mismo que el dinero que supone tenerles vacunados y al día. Lo que supuso una terrible experiencia iniciática fue ver su sufrimiento, cómo lo vivían, en silencio, con maulliditos lastimeros, y el darme cuenta de lo frágiles que somos, las personas y los gatitos, de lo frágil que es la vida, ayer estabas bien y hoy te estás muriendo. Por suerte las fuerzas poderosas no se cebaron y ahora todo ha vuelto a su cauce habitual. Adoro a mis gatitos que están muy bien y Gatolandia es un país libre y acogedor. Me sentiría muy cínico si me quejara del gasto en pienso para toda Gatolandia, teniendo en cuenta que apenas supone un tercio del dinero que me sigo gastando en tabaco.
La experiencia fue iniciática, espiritual, aleccionadora y digna del Ramakrishna de pacotilla que soy yo. Esto unido a mi preocupación por…Al sufrimiento que me transmite la experiencia que… está viviendo con su hijo. Al tiovivo infernal que está viviendo… con su familia. A la preocupación que siempre me produce… con su enfermedad mental. A las consultas que me han hecho en el blog sobre tragedias generadas por mis hermanos los enfermos mentales y esa terrible sensación de impotencia que a veces te asola, todo hizo que la experiencia iniciática se intensificara hasta límites que tardaré en aquilatar. Tampoco es que este país vaya viento en popa, que el planeta esté en su mejor momento, que el Trump no nos pueda dar un serio disgusto en cualquier momento, que mi salud sea la de un jovenzuelo fortachón. Y es aquí donde me he callado algo muy importante por discreción. Baste decir que la muerte, siempre con su mano en mi hombro izquierdo, hizo amago de llevarme con ella en dos ocasiones, una realmente esperpéntica, digna de ser contada en una película del Gordo Faty, aquel gordito del cine mudo con el que trabajó Buster Keaton antes de independizarse. La otra una tragedia solitaria, con mis gatitos como únicos espectadores. Debería cuidar más mi salud, aunque tampoco se puede decir que se tratara de momentos terribles, pero sí que resultaría tragicómico acabar de una manera tan tonta, sin la consabida última danza con la muerte de este ridículo guerrero impecable. Tenía ese maravilloso texto muy a mano, por si me llegaba el momento, pero tuve que esconderlo para que los gatitos no jugaran con él, les gusta todo, especialmente los corchos de las botellas de vino y las pelotas de papel.
Necesitaba escribir esto, para cerciorarme de que realmente ocurrió y no fue un delirio de mi mente. De pronto, hace unos días, alguien reaparece en mi vida, de forma totalmente imprevista. ¿Una compensación de las fuerzas poderosas? Sara me envía un paquete con el libro de Gogol, una carta manuscrita, y una preciosa figurita de gatitos, como regalo tardío de cumpleaños. Recibo una visita en esta casa llamada Gatolandia largamente esperada y de la que no quiero hablar tampoco aquí, por discreción. Baste decir que tiene más que ver con el afecto que con cualquier otra cosa. Y no se trata de otra gatita, no, ya tengo bastantes con la gatita atrevida, las dos gemelas, la otra gatita de la que no hablo porque la discreción me obliga, al menos de momento. No se trata de las visitas de mis turistas de Gatolandia, el gatazo negrazo, el gatito negrito de ojos bonitos, el gatito gris. Hoy me he comido el primer fruto del huerto, un calabacín, estaba muy rico, pero no veo más calabacines ni más nada, ni pimientos italianos, ni acelgas, todo brota, pero con una calma espantosa.
Lo que más me duele es que tanta discreción no sea por personas, por Sara, que ya lo sabe todo, o por …. o por… sino por motivos puramente logísticos y estratégicos, pensando en un futuro un poco más molesto para mí de lo habitual. Y el diferencial sigue saltando y el frigorífico me tiene más preocupado que los gatitos, y tal vez todo pueda ir cambiando a peor en los próximos meses. Al menos el contrato de alquiler se renovó automáticamente y tengo un año por delante para pensar en un futuro que me gustaría se pareciera al de Ramakrishna, al que los médicos le aconsejaron, en sus últimos momentos, sufriendo un cáncer incurable, que no entrara en samadhi porque eso minaba su cuerpo físico. Espero que mis maestros, Milarepa, Krishnamurti, Ramakrishna, y si me atrevo a pensar en ello, el propio Buda o Jesucristo, me ayuden a entrar en samadhi en estos años que me quedan, antes de que la muerte intente llevarme con dolor.
LA DANZA DE LA MUERTE
“Morirás aquí, estés donde estés. Cada guerrero tiene un sitio para morir, un sitio de su predilección, donde eventos poderosos dejaron su huella, un sitio donde ha presenciado maravillas, donde se le han revelado secretos, un sitio donde ha juntado su poder personal. Un guerrero tiene la obligación de regresar a ese sitio de su predilección cada vez que absorbe poder, para guardarlo allí. Va allí caminando o bien soñando. Y por fin un día, un día sabe que su tiempo en la tierra ha terminado y siente el toque de la muerte en el hombro izquierdo. Su espíritu, que siempre está listo, vuela al sitio de su predilección y allí el guerrero baila ante su muerte. Cada guerrero tiene una forma específica, una determinada postura de poder, que desarrolla a lo largo de su vida. Es una especie de danza. Un movimiento que él hace bajo la influencia de su poder personal. Si el guerrero moribundo tiene poder limitado su danza es corta; si su poder es grandioso su danza es magnífica. Pero ya sea su poder pequeño o magnífico la muerte debe pararse a presenciar su última parada sobre la tierra. La muerte no puede llevarse al guerrero que cuenta por última vez la labor de su vida, hasta que haya acabado su danza. Cada movimiento debe adquirirse durante una lucha de poder. Así que hablando con propiedad, la postura, la forma de un guerrero, es la historia de su vida, una danza que crece conforme crece en poder personal.
Un guerrero no es más que un hombre. Un hombre humilde. No puede cambiar los designios de su muerte. Pero su espíritu impecable, que ha juntado poder tras penalidades enormes puede ciertamente detener a su muerte, un momento, un momento lo bastante largo para permitirle reconocerse por última vez en el recuerdo de ese poder. Podemos decir que ese es un gesto que la muerte tiene con quienes poseen un espíritu impecable
Y así bailarás ante tu muerte aquí, en la cima de este cerro, al final del día. Y en tu última danza dirás de tu lucha, de las batallas que has ganado y de las que has perdido; dirás de tus alegrías y desconciertos al encontrarte con el poder personal. Tu danza hablará de los secretos y las maravillas que has atesorado. Y tu muerte se sentará aquí, a observarte.
El sol poniente brillará sobre ti sin quemar, como lo hizo hoy. El viento será suave y dulce y tu cerro temblará. Al llegar al final de tu danza mirarás el sol porque nunca volverás a verlo, ni despierto ni soñando y entonces tu muerte apuntará hacia el Sur, hacia la inmensidad”.
Viaje a Ixtlán de Carlos Castaneda
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