TÉCNICAS CHAMÁNICAS

3 02 2022

ACECHAR CON EL DOBLE

—Vas a quedarte conmigo por un tiempo, y voy a enseñarte cómo acechar con el cuerpo de ensueño, —dijo. —Pero aún no he terminado de recapitular, —dije—. ¿No debería continuar con eso? —Recapitular es importante, pero también lo es ensoñar. Tengo que prepararte de la manera adecuada ahora porque hay muy poco tiempo. Luego puedes practicar pot tu cuenta. Sin embargo, mientras estés aquí, debes seguir mis instrucciones. ¿De acuerdo?

—Ensoñar y observar van de la mano, —comenzó Zuleica—. Ya entendiste eso cuando observaste las ondas en el estanque. Ahora deja que el sonido del agua te lleve. Así es como comienzas. Encuentras algo en el mundo que brilla o resplandece y lo miras fijamente. Luego, encuentras un sonido, como lluvia, agua de un arroyo, incluso el ruido de la ciudad. Y sigues los sonidos. Luego lo transfieres a tus ensueños obrservándolo en los ensueños o escuchando ese sonido mientras duermes.

Sabía a qué se refería. Una vez tuve un pulidor de rocas que hacía un ruido terrible. Como tenía que mantenerlo encendido las 24 horas del día para que las piedras se pulieran mientras chocaban entre sí en el pulidor, pude escuchar ese ruido mientras dormía. Recuerdo que el ruido me llevaría a lugares a los que no quería ir. Así que finalmente tuve que apagar la máquina por la noche. —Hay ejercicios que puedes hacer para mover tu conciencia al otro lado, —dijo Zuleica. —¿El otro lado? —A tu cuerpo de ensueño.

—Cuando duermas, debes permitir que el cuerpo de ensueño se vuelva consciente, consciente de sí mismo. Tú haces esto al principio mirando tus manos y luego levantándote de la cama para moverte alrededor. O puedes encontrar cualquier otra cosa que quieras, tal como el objeto que observas durante el día. O algo en particular que quieres encontrar. En otras palabras, el cuerpo de ensueño debe responder a tus órdenes. Acechar con el doble es controlar tus movimientos en un esfuerzo específico y no gastar tu energía en un arrebato loco.

—¿Cómo se gasta la energía? —pregunté. —Poco a poco, armoniosamente. Trata de prolongar el esfuerzo de tus ensueños el mayor tiempo posible, pero siempre reserva energía para que puedas despertarte y no perderte en lugares de los que no podrás volver.

Colocó un cojín en el suelo frente a una mesa baja de hierro forjado y me dijo que me sentara cómodamente, cruzando las piernas si lo deseaba. En el centro de la mesa colocó una pequeña vela azul y la encendió. Después de parpadear por un momento, la llama amarilla formó un óvalo perfecto e inquebrantable. Zuleica sopló suavemente sobre la llama, haciendo que saltara de lado por un instante. Cuando pasó la corriente de aire, la llama se enderezó y volvió a la calma. Observé a Zuleica con atención porque sabía que había una lección sobre lo que estaba haciendo. —Hay dos lados para todo, —dijo sentada en una silla de caña con respaldo alto—. Y eso incluye la mente. Por un lado, puede pensar, razonar y reflexionar sobre sí misma para crear y sacar conclusiones. La otra cualidad de la mente es estar en silencio, inactiva y sin pensar. Todos sabemos cómo razonar y reflexionar sobre nosotros mismos, pero lograr silencio es más difícil.

Sin levantarse, volvió a soplar la llama. Me sorprendió ver que la llama saltó como lo había hecho antes. —La mente es como esta llama. Salta con la más mínima perturbación y se agita en el momento en que una brisa la toca, —dijo—. Los pensamientos y los deseos son como ráfagas de aire; activan la mente y la hacen revolotear.

En un tono claro, explicó que hay dos enfoques para lograr el silencio mental. Se puso de pie y colocó su mano alrededor de la llama para formar un escudo parcial, luego sopló de nuevo. Esta vez, la llama, protegida por su mano, no parpadeó. —Una aproximación al silencio y el sosiego es proteger la mente de las perturbaciones externas que pueden inquietarla. Tú haces eso alejándote de las fuerzas disruptivas o perjudiciales que amenazan tu bienestar. En otras palabras, te retiras y te escondes en tus profundidades.

El segundo método, dijo Zuleica que era más difícil de lograr porque involucraba una delicada maniobra de proteger la mente no de la influencia externa sino de su propia influencia. En este caso, dado que los estímulos perturbadores provienen del interior, no hay forma de correr o retirarse al yo, ya que la mente misma está agitada y corriendo. Por lo tanto, uno tiene que detener la agitación fijando la mente en algún punto, como una imagen, idea o sonido, y de esta manera hacerla inmóvil.

—La quietud es el producto de la disciplina y el entrenamiento, — dijo Zuleica—. Eso implica detener el diálogo interno enfocándose en un solo punto, o expandiendo la conciencia para fusionarse con el gran silencio que existe más allá de los límites del pensamiento. Mientras escuchaba su charla, sentí una quietud asentarse en mí como si no viniera de sus palabras sino de su propio ser. —No ser perturbado significa que nada puede desviar tu atención de su centro, —dijo ella sintiendo mi estado de ánimo—. Uno de los mejores métodos para lograr esto es observar un objeto encendido o luminoso.

Me preguntó si había entendido las dos aproximaciones para silenciar la mente, que según ella eran realmente métodos de observar. Cuando dudaba, ella los repetía. En primera instancia, el cuerpo y la mente son removidos de los estímulos perturbadores, retirándose o alejándose de ellos. Esto puede lograrse porque las fuerzas disruptivas provienen del exterior. En segunda instancia, el cuerpo y la mente son mantenidos firmes, porque las perturbaciones surgen dentro del propio ser. —Es mejor usar una combinación de ambos métodos; retirada y fijación, —dijo—. Es por eso que estás aquí en esta casa tranquila donde nadie te moleste. Mientras aprendes estas técnicas de observación, debes retirarte del mundo exterior. Pero también debes retirarte del mundo que llevas dentro de ti fijando tu mente a través de las practicas de observación.

—¿Qué hace realmente fijar la mente? —pregunté. —Solo una mente fija o centrada te permite la libertad de venir e ir cuando quieras. Le dije que no entendía cómo una mente fija podía permitir que uno se moviera. Parecía ser una contradicción. Zuleica levantó cuidadosamente la vela y la movió lentamente de un lado a otro para que la llama no temblara, pero que fueran iluminadas diferentes áreas de la mesa. —Observa que la llama no parpadea y, sin embargo, se mueve. Una conciencia fija y constante le permite ver cualquier cosa, moverse en cualquier dirección sin volverse agitada por lo que ve o hace. Por lo tanto, puedes ir y venir a cualquier parte y sin embargo estar en control.

Zuleica puso la vela en la mesa para que la llama quedara justo al nivel de mis ojos. —Si tu mente no está fija, y tus pensamientos saltan por todos los lados, lo que sea que veas te atraerá y afectará tu conciencia. Entonces tendrás que luchar para liberarte antes de que seas libre para moverte a otra cosa. Y al poco tiempo tendrás tantos lazos que no podrás moverte en absoluto. —¿Qué ocurrirá entonces? —Tendrás que recapitular tus actos para liberar tu energía, —dijo—. Esto es porqué recomendamos que uno siempre recapitule los eventos del día de modo que uno sea libre de su influencia, y uno no construye lazos energéticos.

Zuleica enfatizó que recordar los eventos de mi vida combinado con la respiración que aprendí no solo puede limpiar los lazos del pasado, sino también mantener la conciencia en una condición fluida en todo momento del día. Una vez liberada, la conciencia puede enfocarse y usarse al servicio del intento, o el espíritu que nos gobierna y nos da vida. —Debemos usar nuestra conciencia para liberar la conciencia, — dijo—. Así como usamos una aguja para sacar una astilla en un dedo. Ahora, basta de explicación. Pongámonos a practicar. Zuleica me ordenó observar la vela por un momento y luego colocar las palmas de mis manos sobre mis ojos y visualizar la llama. Por un momento miré la llama, luego cerré los ojos y los cubrí con las palmas. Pude ver un círculo verde amarillento, luego apareció una llama dorada que se convirtió en un brillante resplandor rojo anaranjado. Pronto la llama fue reemplazada por una pequeña abertura negra que se formó frente a mis ojos.

Zuleica me dijo que repitiera el ejercicio de observar la llama y luego cubrirme los ojos con las palmas. Esta vez, la luz rojiza parecía moverse hacia mi derecha, y era difícil mantenerla centrada en mi nivel de visión interior. Ella dijo que debería tratar de mover la imagen de la llama más cerca y más lejos de mí, mientras mantenía mis ojos cubiertos con mis palmas. Después de un tiempo pude sostener la imagen de la llama y alejarla o acercarla usando la fuerza de mi mente. —Esta práctica de observación te ayudará a desarrollar tu capacidad de concentración, —dijo Zuleica cuando abrí los ojos nuevamente—. Del mismo modo que los pases de brujería fortalecen tu cuerpo energético, tu control mental puede agudizarse mediante las técnicas de observación.

Agregó que visualizar una luz no solo calma los pensamientos, sino que también activa un centro de energía fundamental en la parte posterior de la cabeza, vigorizando todo el cuerpo. Ella remarcó que con la práctica continua, ya no necesitaría mirar una vela, sino que podría ver la llama simplemente cerrando los ojos. La luz, una vez fijada, me ayudaría a concentrarme en un solo punto, excluyendo todas las demás influencias. —Esta es una forma de silenciar la mente, —dijo Zuleica—. Aunque te estás concentrando activamente, tu mente está en reposo porque no está dispersa en mil direcciones. La forma de descanso más estimulante, explicó, no es el sueño pasivo en el que una persona está a merced de sueños perturbadores, sino una concentración activa y controlada, en la que uno atiende solo a la luz vigorizante frente a los ojos.

Me recomendó que me pusiera de pie y caminara un rato para aflojar mis extremidades antes de continuar con el segundo ejercicio de observación. Cuando volví a sentarme en el cojín, vi que Zuleica había colocado una gran pluma de cuervo negro sobre la mesa.

—Hora, te mostraré otra forma de silenciar la mente, —dijo—. Siéntate en silencio, respira naturalmente y sin pensar, mira la pluma. Ella dijo que debía centrar mi atención en la pluma hasta que me fusionase a ella. Ella dijo que era posible fusionarse con cualquier objeto que uno estuviera observando de modo que ya no era una entidad separada, sino algo vivo y parte del propio ser energético —¿Cómo es eso posible? —pregunté—. ¿Todos saben que el mundo está hecho de objetos separados? Zuleica arqueó una ceja. —¿Lo es realmente? —preguntó—. Los objetos solo están separados cuando pensamos en ellos. Cuando los observamos, se fusionan en un solo campo de energía que también incluye nuestros cuerpos energéticos. Me miró para ver si comprendía lo que decía. Debo haberle dado una mirada tonta porque ella agregó: —Acabo de revelarte un secreto de brujería e insistes en tomarlo como una declaración ordinaria. Piensa en lo que dije. Estuve en silencio por un momento. —Todavía me parece una pluma ordinaria, —dije tercamente. Zuleica sacudió la cabeza. —El aquí y el allá son uno. El allá y el aquí son uno. Nada está separado de nada.

Mientras observaba la pluma, noté que mi respiración se volvía más lenta, más rítmica. Se había bajado a mi abdomen. Mis pensamientos se desvanecieron y me sumergí en un profundo silencio. Parecía que Zuleica tenía razón. En un momento la pluma era consciente y me observaba; irradiaba energía hacia mí como si fuera consciente de que la estaba mirando. Tenía la clara certeza de que, si lo intentaba, yo podría hacer que la pluma se soltase de la mesa y flotara en el aire, para que estuviéramos unidas energéticamente. Después de un rato, Zuleica me dijo que moviera la cabeza en pequeños círculos para descansar los ojos; habían comenzado a llorar por la tensión de mirar a la pluma. Explicó que el objetivo de la observación no era mirar fijamente un objeto, sino dejar que los ojos acariciaran suavemente el objeto, de modo que respondiendo a los sentimientos de uno, se abriese y emanara su propio sentimiento y conocimiento —Es una fusión de ambos sentimientos, desde el observador y el objeto, lo que resulta en una combinación común de conciencia y una sensación de confianza y afecto mutuos, —dijo Zuleica.

Además, explicó que esta sensación de apertura y empatía es el resultado de detener el diálogo interno y permitir que la sensibilidad interna de uno se derrame y se fusione con lo que sea que uno está observando. —Elige cualquier objeto que te agrade, —dijo Zuleica—. Nunca mires nada que sea desagradable o aterrador. —¿Porqué es eso? —Porque a través de una observación fija, abres centros en tu cuerpo energético y la energía del objeto entrará dentro de ti. Del mismo modo, si no estás de buen humor, no debes infligir tus sentimientos negativos en los objetos que te rodean concentrándote en ellos, independientemente de si son rocas, plumas de personas. Descansé los ojos haciendo círculos con la nariz primero en sentido horario y luego en sentido antihorario. Cuando me relajé de nuevo, Zuleica me dio un tercer ejercicio para fijar la mente, uno que consistía en visualizar una figura o forma.

—¿Qué tipo de forma debo visualizar? —pregunté. —Cualquier forma agradable servirá, —respondió. Cogió mi cuaderno de dibujo e grabó un círculo. En su centro, dibujó un círculo más pequeño y lo sombreó de negro. Ella dijo que siempre era agradable visualizar un círculo porque representaba la integridad del universo del cual no se podía agregar ni quitar nada. Visualizar un círculo, dijo que llenaba de una sensación de plenitud y bienestar que se necesitaba para un viaje alegre. Zuleica me dijo que cerrara los ojos y, moviéndolos en el sentido de las agujas del reloj, dibujase un círculo lenta y suavemente con mi mente. Entonces mi sentimiento interno fue saltar al centro del círculo y pararme momentáneamente allí. Luego debía fijar mi atención en la parte superior y comenzar a inscribir nuevamente el círculo y repetir el procedimiento de empujar a través del centro. Zuleica explicó que el movimiento circular de los ojos y el salto mental hacia el centro del círculo deberían repetirse hasta que pudiera hacerlo con gran concentración. Este ejercicio me pareció más difícil que el anterior. Me dio sueño. Comencé a bostezar y a agitarme. —Cuando observamos hacia adentro nuestra forma externa,

uno no debe agitarse ni dejar que sus pensamientos vaguen, —advirtió Zuleica—. Si lo hacen, inmediatamente trae tu atención a tu tarea. Explicó que saltar al centro del círculo tenía un efecto muy poderoso en los puntos de energía ubicados detrás de los ojos. Empujar hacia el centro del círculo ayudaba a abrir el pasillo o la puerta al otro mundo. —¡¿Qué hay del otro lado ?! —Quise saber. Zuleica vaciló. —Quizás todo, quizás nada. Pronto lo verás por ti misma. Ella sugirió que continuara grabando círculos para calmar y fortalecer la mente. Ella me aseguró que empujando suavemente pero con firmeza hacia el centro, desarrollaría una firmeza e imperturbabilidad que eran indispensables para viajar con el cuerpo energético. Después de practicar la técnica varias veces más, Zuleica se puso de pie y me dijo que seleccionara una de las tres técnicas que me había enseñado y que la practicara mientras atendía a algunos asuntos. Decidí observar la vela encendida; de alguna manera encontré atractiva la suave llama amarilla. Cuando cerré los ojos, todavía podía ver la llama y practiqué moverla de un lado a otro. Parecía que solo habían pasado momentos, cuando Zuleica regresó y me dijo que apagara la vela.

—Siempre que la mente esté agitada o inquieta, asegúrate de hacer uno de estos ejercicios, —aconsejó—. La llama dorada, una vez fijada en tu mente, brillará a través de la niebla como un faro del otro lado. Una vez fijada, incluso si tus ojos están cerrados, estará allí frente a ti para calmar tu corazón. Nos sentamos en una oscuridad casi total porque el sol ya se había puesto, y ella aún no había encendido los faroles exteriores. —¿Por qué es importante aquietar la mente?, —pregunté. —Si vinculas tus acciones al nivel de silencio profundo, —dijo Zuleica—, habrás logrado una hazaña delicada: la de la inacción completa o no-hacer. Una vez que uno aprende a aprovechar la energía del no-hacer, uno puede llegar a ser verdaderamente poderoso. Explicó además que para lograr cualquier cosa, necesitábamos un intento inflexible que le diera a los actos dirección y propósito, así

como una conciencia refinada y sutil que le diera poder a los actos de uno. Ella enfatizó que solo una conciencia refinada y sutil nos permitirá llegar más allá del mundo de la forma y entrar en las capas de energía de los otros reinos. Se inclinó más sobre su silla y dijo en voz baja: —Ahora voy a revelar el segundo de los secretos de los brujos. Cuando practicas la observación, realmente estás practicando ensoñar mientras estás despierta. Nuevamente me miró para ver si entendía su significado. —Estás enfocando la energía del intento, que es la abstracción en sí misma y te alejas del nivel físico hacia el reino de la energía pura. Explicó que el intento es la fuerza que mantiene unidas las cosas, les da orden y poder. Observar despierta la conciencia subyacente que los brujos llaman intento, esa fuerza que nos permite percibir, y une nuestro cuerpo directamente a ella. También es esta fuerza firme e inflexible llamada intento, la que distingue los actos de poder de los actos superficiales y arbitrarios de la vida cotidiana.

—A través del observar, tu cuerpo físico se transforma gradualmente para que coincida con tu vitalidad mental. Finalmente, el cuerpo se vuelve tan ligero que se convierte en energía pura. Cuando esto sucede, uno está soñando con la totalidad de uno mismo. Todo lo que uno tiene que hacer es intentar algo y el cuerpo lo percibirá. Esto sucede porque uno se ha vinculado al intento y está ensoñando con el poder de la creación misma. Las técnicas de observación fueron diseñadas por brujos de la antigüedad para llegar a esta sutil manipulación de la percepción. Zuleica recogió la pluma y la dejó caer suavemente sobre la mesa. —Practica el observar y eventualmente purificarás tu cuerpo para que se vuelva tan ligero como esta pluma, —dijo—. Cuando tu cuerpo se transforma en energía pura como tu mente, no habrá diferencia entre lo que piensas y lo que eres. El aquí y el allá del espacio y el tiempo se fusionarán en una conciencia única de ahora, y tu mente y tu cuerpo ya no estarán separados, sino será una sola unidad energética de ser aquí.

TEXTOS INÉDITOS

THAISA ABELAR





El desatino controlado (Técnicas chamánicas)

24 09 2012

TÉCNICAS CHAMÁNICAS


EL DESATINO CONTROLADO

Un guerrero impecable sufre la escisión de su ser al tener que armonizar los diferentes estados de consciencia que don Juan denomina atenciones. Cuando el guerrero mueve el punto de encaje (el punto donde se situa la consciencia, lo mismo que la palanca de cambios de un coche que se sitúa en una posición para una determinada velocidad y en otra cuando la velocidad es diferente) se puede decir que entra en un mundo o dimensión paralela.
Don Juan habla de siete posiciones básicas del punto de encaje o de siete universos paralelos, lo que armoniza con el concepto budista de los siete chakras o centros energéticos del cuerpo. Un guerrero, capaz de mover el punto de encaje -lo que le hace diferente de la gente normal- está obligado a asimilar las diferentes percepciones, las vidas en los distintos universos paralelos, el complejo conjunto de realidades que como un inmenso abanico se abren a su consciencia.
Esto no es fácil, en realidad estan difícil que hasta el guerrero impecable más evolucionado, hasta un verdadero maestro, necesita de herramientas que le permitan mantener la cordura de su mente a salvo de los asaltos de la locura. Una de las técnicas más extravagantes y al mismo tiempo más efectivas que le propone don Juan a Castaneda es «El desatino controlado».
¿En qué consiste? Todos sabemos muy bien los efectos que producen en nuestro equilibrio psicológico las emociones fuertes. Quienes han vivido experiencias cercanas a la muerte conocen muy bien los efectos demoledores de este shock postraumático que nos lleva al borde de la locura.
El desatino controlado no es otra cosa que asumir esa locura, aceptarla y manejarla en lugar de enfrentarse a ella. Es una interpretación que realiza un gran actor ante un público escogido o ante espectadores que le son impuestos. El guerrero impecable interpreta el papel que esa obra, precisamente esa, y en ese momento concreto, requiere.
En lugar de enfrentarse a la locura y guardarla en la caja de Pandora bajo siete llaves, lo que hace el guerrero impecable es dejarse poseer por ella, pero manteniendo siempre el control y haciendo lo que él quiere hacer en estado de locura, en lugar de hacer lo que le impulse a hacer la misma locura. El desatino controlado tiene una parte insólita y terrible que es el propio desatino y otra en la que el guerrero sigue una estrategia muy medida para alcanzar las metas que se ha propuesto. Ante los demás un guerrero impecable, dejándose llevar por el desatino controlado, no es otra cosa que un loco que actúa como tal, sin la menor lógica, sin la menor racionalidad, sin que se observe pauta alguna de consciencia en su conducta. Los otros le tratarán como acostumbran a hacer con los locos y es en este ridículo juego cuando ellos, “los cuerdos”, acaban perdiendo el tino, el control. El guerrero impecable actuando bajo la estrategia del desatino controlado, mantiene en todo momento el control de sus actos y encamina decidido hacia la meta que le ha marcado su estrategia frente a cualquier problema de la vida.
¿Qué sentido tiene este comportamiento? Un loco, en nuestra sociedad, solo puede alcanzar una meta con absoluta seguridad y garantía: la marginación. Para una persona normal esto no tiene el menor sentido, él no quiere sentirse marginado y sus metas son otras. En cambio para un guerrero impecable para el que solo cuentan las metas interiores, “el actuar consciente de ser”, el desatino controlado entronca con la técnica de borrar el pasado, solo quien ha escapado de su cárcel de papel, se ha desvinculado de sus carceleros que le conocen desde siempre y que le marcan el paso, es capaz de abandonar los límites normales de la percepción para pisar las arenas movedizas del desatino controlado.
Es una técnica solo al alcance de guerreros impecables y que solo a ellos puede servir. Una auténtica joya que un chamán nunca entregará a los cerdos, como las perlas evangélicas.
En la siguiente entrega de esta serie hablaremos del arte de acechar, que complementa a la perfección la técnica del desatino controlado.





LA RECAPITULACIÓN

23 06 2012

Se trata de una técnica chamánica que don Juan enseña a Carlos Castaneda. Para los no conocedores del mundo mágico de Castaneda puede resultar un tanto surrealista, incluso ridícula y esperpéntica. No la técnica en sí, que entronca con técnicas de yoga mental (más serias para el lector común) y otras técnicas parecidas de otras filosofías esotéricas. Es la forma en la que don Juan hace que Carlos practique esta técnica lo que resulta llamativo y hasta ridículo.

Don Juan hace que La Gorda, otra de sus discípulas, y Carlos pasen una noche dentro de una caja de madera construida al efecto. Espalda contra espalda, la columna erguida, y sin poder dormir, dedican todo este tiempo a recapitular acontecimientos de sus vidas. Se trata de recuperar esos hilos de luz que ha ido perdiendo el capullo luminoso de nuestra consciencia en su recorrido vital por el tiempo y el espacio. Algo que se parece extraordinariamente a la teoría de la vinculación de Milarepa, mi personaje, y que veremos en su momento.

Cuando Castaneda le pregunta por la razón de llevar a cabo todo esto, don Juan le habla del Aguila (una especie de Mente cósmica o Mente universal rosacruz) y de sus emanaciones, de cómo al morir si el guerrero impecable no ha conseguido una buena recapitulación y puede presentar al Aguila una especie de identidad virtual de sí mismo, será absorbido por esta entidad.

Tal vez sea este concepto uno de los más extraños de las enseñanzas de don Juan a Castaneda y desde luego para mí el más misterioso y llamativo. No he podido encontrar vinculaciones con otros mitos o enseñanzas en el budismo o en cualquier otra corriente esotérica.  Forzando un poco el mito creo que al que más se parece es al de Isis y Osiris en el esoterismo egipcio. Osiris es despedazado y sus miembros extendidos y desperdigados por todo el mundo. Isis, su hermana, consigue recuperarlos uno a uno, unirlos y de esta manera lograr que su hermano Osiris regrese a la vida. Se podría decir que la metáfora es perfecta para indicar la razón de la necesidad de la recapitulación. Isis sería la identidad actual, con la que estamos conectados y que no hemos perdido aún. Osiris sería esa identidad perdida poco a poco, fragmento a fragmento,  a lo largo de nuestras vidas. Perdemos la memoria y olvidamos cómo éramos de niños, de adolescentes, de jóvenes, etc. Vamos perdiendo recuerdos y con ellos nuestra otra personalidad. Gracias a Isis, nuestra personalidad actual, podemos recuperar la otra perdida, a través del rescate de los recuerdos y una vez revivida se une a la que aún poseemos, Osiris se une a Isis, y de esta forma nuestra personalidad (masculina y femenina, diurna y nocturna) vuelve a ser una sola.

La recapitulación tiene este sentido. Debemos retroceder y rememorar nuestros recuerdos más intensos en nuestras vidas. La intensidad emocional indica claramente que el hijo luminoso del capullo, que hemos perdido, es importante. Al rememorar estos recuerdos los hilos perdidos regresan y se vuelven unir al capullo luminoso que es nuestra consciencia.

En el libro tibetano de los muertos o Bardo Thodol se habla de que la persona que fallece recuerda en unos segundos toda su vida. Es un recorrido increiblemente acelerado y detallado. Es una auténtica recapitulación, tal como la entiende don Juan. Según él, si no somos capaces de ofrecerle al Aguila una versión recapitulada de nosotros mismos, ella se queda con el original y nos absorbe.

Es algo de lo que también se habla en el budismo, en el nirvana el alma es absorbida en la totalidad, si bien parece que esto no significa la desaparición de su personalidad. Tal como lo entiende don Juan parece que la absorción por el Aguila sí supone la desaparición de la personalidad del alma. Solo he conseguido encontrar algo lejánamente parecido en el Libro de Urantia, cuando se habla de la posibilidad de que un alma inmortal sea juzgada y condenada por los Ancianos de los Días y tras la confirmación del Padre sea destruida de tal manera que nunca más vuelva a ser un alma-personalidad, en concepto rosacruz.

Este concepto de absorción por el Aguila sigue siendo para mí uno de los más duros, extraños e incomprensibles de la filosofía chamánica de don Juan. No obstante la técnica de la recapitulación sigue siendo perfectamente válida y positiva. De hecho yo la uso habitualmente. No necesito meterme en una caja de madera. Basta con una buena meditación, centrada en recuperar los recuerdos del pasado. Con el tiempo dedicaremos una de las meditaciones guiadas a esta técnica de la Recapitulación.





BORRAR EL PASADO

17 06 2012

Cuando don Juan, el brujo-chamán, maestro de Carlos Castaneda, le habla de la técnica de borrar el pasado, como un paso más en el camino del guerrero impecable, Castaneda se queda con la boca abierta y a dos velas. ¿Borrar el pasado? ¿No habíamos quedado en la importancia de la memoria, no ha dicho alguien que el ser humano es un noventa y pico por ciento memoria y no le dice el propio don Juan a Carlitos que debe recordar todo lo que hace cuando está bajo la conciencia acrecentada del lado izquierdo o cuando ensueña?

Yo también me quedé muy sorprendido, y usted amable lector, también. ¿A qué viene ese de borrar nuestro pasado como una forma de transformarnos en guerreros impecables? Don Juan habla de que todos vivimos en una especie de cárcel de papel, en la que hemos entrado de forma voluntaria y en la que aún permanecemos, líbremente. No hay peor cárcel que aquella que uno elige en plena libertad, porque uno puede conformarse cuando le obligan a ir a una cárcel de gruesas paredes y barrotes de hierro, cuando lo llevan esposado y sin posibilidad de huir, cuando no puedes hacer otra cosa que conformarte y adaptarte o morir, sin embargo cuando tú mismo eliges la cárcel y permaneces en ella porque quieres, cuando podrías estrujar las paredes y los barrotes de papel con tus propias manos en cualquier momento y no lo haces… Entonces esa estancia en prisión se convierte en una tragedia, tan surrealista como angustiosa.  Puedo hacer algo y no lo hago. ¿ Por qué razón? ¿Es que soy idiota?

Para comprender la fragilidad y ferocidad, al mismo tiempo, de esta estúpida prisión, nada mejor que poner un ejemplo. ¿Cuántos de nosotros no hemos vivido y aún vivimos, pendientes del qué dirán? Lo que puedan decir de nosotros los demás nos parece más importante que lo que nosotros pensamos o queremos hacer. Incluso cambiamos nuestra filosofía de la vida, nuestras conductas, nuestro camino en la vida no solo por lo que los demás puedan decir de nosotros, que al fin y al cabo la palabra puede ser un arma en ciertas circunstancias, sino incluso por lo que puedan pensar. Antes de saber lo que los demás piensan realmente de nosotros, ya les adjudicamos un pensamiento, y eso nos retiene de obrar, nos encierra en una prisión inaudita de la que podríamos salir a cabezazos contra las paredes de papel… y sin embargo no lo hacemos. Se trata de un poder insufrible e incomprensible.

Vivimos en cárceles de papel y nuestro pasado es una de las más poderosas, porque el pasado acumula todo lo que los demás han dicho de nosotros durante años, han hecho contra nosotros durante largos periodos de tiempo, hemos pensado que ellos han pensado de nosotros… El papel se ha endurecido y ahora ha llegado a ser tan duro como una piedra, al menos eso creemos cuando pasamos la palma de nuestras manos por su superficie.

Todos sabemos muy bien la influencia que tiene lo que piensan de nosotros las personas cercanas con las que llevamos conviviendo años y años. Nuestras madres piensan que somos unos inútiles porque una vez rompimos unos huevos cuando nos mandó a la tienda por ellos, o porque… ¡Hay tantos acontecimientos que nos han marcado en nuestro pasado! Si nuestra madre piensa que somos tontos, si nuestro maestro, en la escuela, estaba convencido de que éramos idiotas, si nuestra prima no se cansa de repetir que somos un Pánfilo de Narvaez y que no se puede contar con nosotros para nada. Si nuestro jefe, en el trabajo, no se atreve a mandarnos tareas de responsabilidad, porque está convencido de que meteremos la pata y aguarda, como un vampiro en la sombra, la ocasión propicia para sacarnos la sangre y luego arrojarnos a la calle, entonces, si hemos vivido toda nuestra vida en esa cárcel de papel, no nos queda otro remedio que romper las paredes a cabezazos y escapar cuanto antes. Un guerrero impecable no permite que nada ni nadie lo mantenga prisionero en estúpidas cárceles de papel. Es libre como un pájaro o intenta serlo, por eso está en el camino.

Una de las formas más drásticas de borrar el pasado, de salir de esa prisión de papel, es la de desvincularse de un entorno y de unas personas en el que hemos estado y con las que hemos convivido durante años y años.  Cuando don Juan le dice a Castaneda que un guerrero impecable no solo debe borrar el pasado, sino mentir sobre él, dejar un falso rastro, Carlitos se queda de una pieza. El pensaba, lo mismo que nosotros, que la verdad nos hace libres, como dice el evangelio. ¿Entonces a qué viene eso de mentir como bellacos?

Aquí entramos de lleno en una de las técnicas del guerrero impecable que veremos más adelante: «El arte de acechar».  Un acechador observa, acecha a los demás, miente cuando es necesario, se esconde y borra su rastro y cuando los demás quieren saber de su pasado para encerrarle en una cárcel de papel, les engaña, se burla de ellos, les lleva a lugares donde él nunca ha estado.

Esto puede sonar duro y sin sentido, sin embargo quien haya vivido, como me ha sucedido a mí, en una durísima cárcel de papel, muchos años de su vida, sabe muy bien el alivio que se experimenta al romper con padres, hermanos, familiares, amigos, maestros, jefes, con lugares y entornos donde hemos sido considerados como el tonto del pueblo, o el loco, o el irresponsable al que no se le puede confiar nada, o donde era inútil intentar convencer a nadie de que no éramos como ellos pensaban o de que habíamos cambiado radicalmente, o de que… Cuando los demás piensan que tonto una vez tonto para siempre y que fulanito o menganito no tienen remedio y nunca cambiarán…ha llegado el momento de romper la cárcel de papel a cabezazos, de borrar nuestro pasado, de desvincularnos de lugares y personas, como dice Milarepa, y de empezar una nueva vida, lejos de aquellos que nos encerraron en cárceles de papel. El aire de la libertad es una experiencia maravillosa, inimaginable, pero lo realmente importante es haber aprendido la lección. Un guerrero impecable borra su pasado y no permite que nadie le encierre en una cárcel de papel.

En otro momento aprenderemos el «arte de acechar» una técnica imprescindible en el guerrero impecable, descubriremos su razón de ser y encontraremos una explicación. Hasta entonces piensen en borrar su pasado y hagan pequeños experimentos, tales como ir a otro lugar donde nadie les conoce y comportarse de una forma que nunca se atreverían a probar en su residencia habitual. Ya me contarán los efectos.





PERDER LA IMPORTANCIA PERSONAL

13 06 2012

Esta es una de las técnicas que más me impresionó, en su momento, leyendo los libros de Castaneda. Cuando Don Juan le dice a Castaneda que debe perder la importancia personal como un escalón imprescindible para alcanzar la condición de guerrero impecable, éste, Castaneda, se queda muy sorprendido, yo diría que pasmado. Algo que también me sucedió a mí.

A pesar de conocer muy bien la enseñanza budista del velo de Maya, de que la individualidad no es otra cosa que un velo que nos oculta el verdadero conocimiento, la verdadera realidad, que no es otra que llegar a saber que formamos parte de un Todo y que nuestra condición de «egos» ambulantes, es el mayor error en el que podemos caer, a pesar de ello, lo de la importancia personal me sonaba raro. ¿Qué sería de nosotros si renunciáramos al yo, al ego, a lo único que creemos ser, personas individuales?

Luego reflexioné y medité sobre ello, hasta comprender la enorme fuerza que tenía esta expresión de don Juan.  Bien mirado apenas nos podemos considerar como una partícula subatómica en un universo infinito, repleto de otras partículas. Nuestra importancia personal es relativa, tanto que asombra nuestro antropocentrismo. Nos hemos acostumbrado a pensar en nosotros como lo único que realmente existe, lo único que merece la pena, los demás, todo lo demás, no es sino un gran decorado para la interpretación de nuestro papel protagonista en «El gran teatro del mundo», que diría Calderón. Sin embargo no hay nada más incierto. Somos un granito de arena en el gran océano cósmico. Apenas un aliento en la Eternidad. ¿Por qué nos sorprende tanto, pues, que a veces nos sintamos como si Dios nos hubiera abandonado?

Perder la importancia personal es una de las técnicas chamánicas de don Juan más incisivas y profundas. Cuando aceptemos nuestro mínimo papel en el universo, estaremos preparados para mirarlo todo con la mirada del Guerrero impecable, del buda impasible. Desprendernos de nuestra soberbia, de nuestro torpe orgullo, de esa estúpida importancia que nos damos a nosotros mismos, nos hará fuertes y poderosos como un guerrero impecable, nos convertirá en budas impasibles ante la fragilidad de todo en el universo espacio-temporal.

Les invito a meditar sobre ello, sin perjuicio de que dediquemos una larga meditación al tema.