EXPERIMENTOS MENTALES PARA INCRÉDULOS IV

15 12 2012

EXPERIMENTOS MENTALES PARA INCRÉDULOS IV

BLOQUEAR LA MENTE

En los anteriores experimentos hemos intentado hacernos conscientes de que nuestras mentes no son meros circuitos neuronales que permanecen en el interior de nuestros cráneos, sin contacto alguno con otras mentes, si no es a través de los sentidos y de la palabra. La posibilidad de que, como dice el budismo, al menos un tercio de nuestros pensamientos no sean nuestros, sino que los encontramos al azar, como si fuéramos una emisora de radio, cambiando nuestro punto de encaje o dial, es algo que debería hacer cavilar al más incrédulo.

Si en los anteriores experimentos nos hemos abierto a la comunicación de mentes, para ver qué sucede y comprobar si es verdad que somos radios ambulantes. Hoy vamos a poner coto a tanta comunicación y a filtrar los pensamientos que no son nuestros, que nos llegan a través del éter. Lo mismo que hacíamos con el mando del televisor en una meditación, cambiar de canal hasta encontrar el nuestro propio. Hoy vamos a bloquear todos los canales, primero los que nos comunican con los demás y luego, incluso, el que utilizamos para comunicarnos con nosotros mismos, a través del diálogo interno.

CONDICIONES PARA EL EXPERIMENTO

Para ello vamos a buscar un momento especialmente complicado de controlar. Todos sabemos muy bien que cuando estamos tranquilos podemos relacionarnos sin problemas, hablar con moderación, sin levantar la voz, controlar dónde y a quién miramos y cómo nos movemos y gesticulamos. Ahora, en cambio, vamos a elegir momentos de gran excitación, estamos excitados por algo que nos gusta mucho, nerviosos por sentir el placer; estamos enfadados, encolerizados por algo que nos ha sucedido, contra alguien que creemos nos ha insultado, nos ha hecho daño; estamos tan preocupados por un grave problema que no podemos resolver que nuestra mente va de acá para allá, sin control.

Elijamos uno de estos momentos. Cuando lleguemos a nuestro hogar, busquemos la soledad y sentémonos tranquilamente. No pongamos música ni cualquier otra estimulación externa. Cerremos los ojos. Hagámonos conscientes de nuestro nerviosismo, de la tensión en nuestros músculos, de cómo temblamos y nos estremecemos sin control. Seamos conscientes de cómo la energía que recorre nuestro cuerpo a través de los canales o nadis, se ha quedado bloqueada, aquí y allá, como si nos hubieran hecho nudos.

Una vez conscientes de todo ello. Visualicemos que nuestra mente es nuestro hogar. Si abrimos las puertas todo el mundo puede entrar. Si todo el mundo entra nos mantendrán en vilo constante, nos pueden robar algo, nos dicen cosas y nos distraen, nos atraen o repelen con sus cuerpos, sus palabras, sus emociones. Nuestra casa es un guateque escandaloso donde no hay quien se centre.

Comencemos el bloqueo. Vayamos expulsando a la gente de casa. Hagamos un inventario de nuestros pensamientos y emociones. Uno por uno. Este no me interesa, esta emoción me está haciendo daño. Imaginemos que son huéspedes molestos. Les invitamos a salir de nuestro hogar y si no quieren, los expulsamos sin contemplaciones. ¿Y si alguno de estos huéspedes somos nosotros mismos? ¿Acaso importa?

Es preciso que cambiemos nuestra forma de pensar respecto a algunas cuestiones. Hemos asumido que nuestro cuerpo físico es total y absolutamente nuestro. La prueba está en que cuando queremos descartar un dedo, la nariz, algún apéndice, un intensísimo dolor nos avisa de lo que estamos haciendo. Es como si dijera: ¡Pero qué haces, no te das cuenta de que estás intentando cortarte un dedo, un pie, una oreja? El dolor es un signo, una campanilla de aviso que nos está diciendo que algo en nuestro cuerpo no funciona, que estamos intentando desprendernos de algo que es nuestro.

Con nuestros pensamientos y emociones pasa algo parecido. Estamos convencidos de que todos y cada uno de nuestros pensamientos, de que todas y cada una de nuestras emociones, conforman la esencia de nuestra personalidad. Las sentimos como apéndices de nuestro cuerpo físico, de nuestra consciencia. Pensamos: ¡Ojo, que si me desprendo de este pensamiento o de esta emoción es como si me estuviera cortando un dedo o la nariz! Tenemos que olvidarnos de esa forma de pensar, cambiarla radicalmente. Cuando expulsamos un pensamiento o emoción de nuestro hogar no nos estamos amputando. Si el pensamiento es ajeno, por una razón evidente, y si es propio… si es propio no significa que forme parte del núcleo duro de nuestra personalidad, lo mismo que un pelo o una uña o los excrementos sólidos o líquidos que evacuamos de nuestros cuerpos todos los días no son parte esencial de nuestros cuerpos, podemos privarnos de ellos sin sufrir, al contrario, solo cuando nos desprendemos de ellos podemos garantizar la salud de nuestro cuerpo.

Pues bien, pensemos de la misma manera cuando nos refiramos a nuestra parte psíquica. Un pensamiento que no nos gusta, del que deseamos desprendernos, es como un excremento que el cuerpo físico rechaza. Hay que darle vía libre. Una emoción que nos disgusta no es un huésped bien recibido, sino un intruso que desea robarnos nuestra energía. Expulsémoslo sin contemplaciones. ¿Y si arrojamos, sin querer, algo bueno de nosotros mismos al exterior? No hay cuidado. Cuando rechazamos algo, cuando algo nos disgusta, nos hace sufrir, no es parte de nuestro yo interno, es una adherencia negativa. De otra manera nos produciría felicidad, a corto y a largo plazo. Podemos equivocarnos al pensar que una pequeña y temporal felicidad es beneficiosa cuando a largo plazo es nefasta, pero ya hemos vivido lo suficiente para saber que los placeres temporales no tienen por qué ser placeres eternos. Un banquetazo nos genera un placer temporal, pero sabemos que luego sufrimos de indigestión y de úlcera. Un pensamiento, una emoción negativa, nos puede producir un placer momentáneo. Apretamos los dientes y pensamos: Que fulanito se muera, ¡a mí qué me importa! Sabemos que luego nos sentiremos culpables, sufriremos remordimientos de consciencia, que luego tenderemos a aplicar ese mismo sentimiento a quienes no nos han hecho nada. Es un pensamiento, una emoción nefasta, no es nuestro verdadero yo, fuera con él…

Hemos cerrado la puerta de nuestra casa, ahora estamos solos. ¿Cómo sabemos que la puerta no está abierta? Muy sencillo, la voluntad es la llave que cierra la puerta. Si la hemos movido, si hemos decidido que íbamos a cerrar la puerta, podemos estar seguros de que así ha sido. Otra cosa diferente son las ventanas. Pueden estar entreabiertas y no somos conscientes de ello. Pueden colarse intrusos y no los percibimos. ¿Cómo cerrar las ventanas?

También sin contemplaciones. Nunca expulsaremos a nuestro verdadero yo de nuestro hogar, por error o confusión. Y si lo hiciéramos nos daríamos cuenta de que hemos alcanzado el nirvana, hemos superado nuestro ego, somos seres espirituales avanzados, somos como dioses. Pero para llegar a ello nos queda mucho, ahora nos conformamos con poder comunicarnos o bloquearnos cuando lo deseemos, sin estar sometidos, esclavizados a los caprichos de nuestros pensamientos o emociones… que recordemos son en parte excrecencias nuestras, pero en parte son ajenos, absolutamente ajenos a nosotros.

Vamos recorriendo las ventanas de nuestra casa y haciendo un inventario de los intrusos. Ahora que hemos cerrado la puerta, lo que queda son pequeñas entidades, larvas. Pero no por ello menos peligrosas. Tanto como para que una persona sufra una grave depresión y termine intentando el suicidio, tanto como para generar cáncer por una canalización psicosomática. Así es. Visualicemos que cerramos las ventanas y permanecemos en silencio, escuchando los pequeños ruidos de nuestro hogar. Para ello vamos a cerrar las ventanas de nuestro cuerpo. Imaginemos que cerramos y apretamos los ojos, que cerramos los oídos, que bloqueamos los orificios de nuestra nariz, que bloqueamos el orificio anal, el pequeño orificio del pene, si somos varones, o la raja de nuestro sexo si somos mujeres. Hemos cerrado todas las aperturas de nuestro cuerpo, todas. Pues traslademos eso a nuestro cuerpo psíquico o astral, a nuestra consciencia. Nadie puede entrar, nadie, sin nuestro permiso. Estamos bloqueados. Ahora permanezcamos tranquilos, relajados, y cuando regresemos a la vida cotidiana observemos si nos sentimos mejor, si nuestra mente está más limpia y nuestro corazón más ligero de emociones negativas. Hagámoslo de vez en cuando. Una vez a la semana, incluso todos los días. Lo mismo que ponemos el antivirus en nuestro ordenador para que no entren bichos malos, troyanos y demás ralea, hagamos lo mismo con nuestro psiquismo.

Sabemos que podemos bloquearnos. Eso es importante, porque ahora seremos conscientes, cada día más, de qué pensamientos son ajenos y les dejamos entrar como propios y que nos hagan daño como si nos lo hiciéramos a nosotros mismos. Ahora sabemos qué pensamientos y emociones son excrecencias, uñas, pelos, excrementos, de los que podemos prescindir sin problemas y mejorando notablemente la salud de nuestros cuerpos. Ahora sabemos y podemos comunicarnos y sabemos y podemos bloquearnos. Parece una tontería pero con el tiempo nos daremos cuenta del camino recorrido, inmenso, casi infinito.





EXPERIMENTOS MENTALES PARA INCRÉDULOS III

6 10 2012

EXPERIMENTOS MENTALES PARA INCRÉDULOS III
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INTOXICACIÓN O ENVENENAMIENTO MENTAL

El experimento que les propongo hoy es muy simple y seguramente a casi todos nos ha ocurrido alguna vez sin que nos lo propusiéramos. Ahora que lo vamos a practicar con plena consciencia es muy posible que nos resulte complicado y tarde en dar resultado, como los experimentos anteriores. No se preocupen y sean pacientes, Zamora no se conquistó en una hora, ni sabemos de nadie que haya hecho los cien metros lisos en nueve segundos, aún está por llegar el atleta que lo consiga y necesitará muy tiempo, mucho entrenamiento y una preparación casi tan exhaustiva como para ser Dios. Pero vayamos al experimento.

ENTORNO
En este caso es mucho mejor que elijan su propio domicilio. Se puede practicar en cualquier otro lugar, tal como nuestro espacio de trabajo, pero ya verán las razones que complicarían mucho el experimento.

SUJETOS

Solo se necesitan dos, usted, el experimentador y una persona estrechamente vinculada, que muy bien puede ser la propia pareja o familiar cercano o amigo íntimo. La razón de esta elección es que ustedes ya están vinculados con ellos y no necesitarán un largo proceso para que el experimento pueda dar resultado.

COMIENZA EL EXPERIMENTO

Elijan un momento adecuado en el que estén solos con la otra persona. Elijan una circunstancia propicia. No se les ocurra elegir el momento en que su pareja esté viendo un Barça-Madrid, por ejemplo, como ocurrirá este fin de semana. Tampoco se les ocurra elegir momentos tales como cuando la otra persona está absorbida en angustiosos problemas personales o preocupaciones que le impiden incluso escuchar lo que le estamos diciendo.

El mejor momento es aquel en el que nosotros estamos relajados y la otra persona también, sin pensar en nada o en casi nada, mientras friega los platos o da vueltas a la cazuela donde está preparando la comida, con la mirada perdida en Dios sabe qué.

Entonces buscamos una cancioncilla, las del verano suelen ser muy efectivas para lo que nos proponemos, o cualquier canción pegadiza que conozcamos. Comencemos a tararearla en nuestra cabeza. Si los hacemos en voz alta el experimento se desvirtúa puesto que no estamos experimentando con la sugestión sino con la comunicación mental o telepática y cómo las ideas de los demás nos pueden intoxicar y envenenar y las nuestras a ellas y nuestras propias ideas a nosotros mismos.

No nos centremos en la otra persona. Podemos mirar por la ventana o la pared o un calendario mientras tarareamos y tarareamos. Si el experimento no tiene éxito y la otra persona no comienza a tararear la cancioncilla en voz alta, no insistamos, esperemos un rato y volvamos a intentarlo y si no funciona busquemos otro momento, otro día u otro lugar o circunstancia.

Observarán cómo la otra persona tararea la cancioncilla y es muy posible que nos comente que no entiende lo que le pasa, no estaba pensando en nada relacionado con ella, de pronto le vino a la cabeza y ahora no se la puede quitar ni a tiros. Es como un raca-raca compulsivo, como un disco rayado, como un shamskara en terminología de yoga mental.

Ustedes sonreirán y se divertirán al tiempo que observan cómo tampoco pueden quitarse la cancioncilla de la mente. Han intoxicado y envenenado mentalmente al otro y el experimento ha tenido éxito pero también se han intoxicado y envenenado a ustedes mismos.

A mí particularmente me ha sucedido en varias ocasiones y sin estar experimentando o proponerme ese resultado. De pronto me ha venido una cancioncilla del verano a la cabeza y no me la he podido quitar. No me gustan las canciones del verano, las odio, nunca las tarareo y sin embargo ahí estaba la dichosa cancioncilla. De pronto mi esposa comenzó a tararearla en voz alta y comprendí. Ella la estaba tarareando antes en su cabeza, me la comunicó y ambos acabamos intoxicados. Ahora a ver cómo conseguimos quitarnos ese raca-raca de la cabeza.

En el siguiente experimento aprenderemos a bloquear nuestras mentes para que no reciban ese tipo de intoxicaciones y envenenamientos. Reflexionaremos cómo es posible que al menos un tercio de nuestros pensamientos no sean nuestros y cómo somos capaces de darnos cuentas de que un alimento estaba en malas condiciones y nos ha intoxicado y sin embargo permitimos que ideas y pensamientos venenosos entren en nuestra mente, la intoxiquen, la envenenen, deterioren nuestra salud mental y sin embargo seguimos tan “panchos” como si fuera lo más normal del mundo.





Experimentos mentales para incrédulos II

17 09 2012

EXPERIMENTOS MENTALES PARA INCRÉDULOS-SEGUNDA ENTREGA

cien metros
No se desesperen si no han logrado el éxito con el primer experimento. ¿Qué pensarían de quien les obligara a hacer los cien metros en 9 segundos y encima al primer intento? Que está loco. Un atleta no nace, se hace con el tiempo y duro entrenamiento. Y sin embargo en los temas mentales actuamos con ese surrealismo de los hermanos Marx de pretender que los experimentos mentales salgan al primer intento o abandonamos, que los poderes mentales se muestren chasqueando los dedos o no existen. No seamos surrealistas, si el cuerpo necesita entrenamiento, la mente igual o aún más, mucho más, puesto que está bastante más desentrenada del cuerpo, al que manejamos todos los días, en cambio usamos la mente una vez al año, para que no haga daño.

Sigan experimentando con el primer experimento que les he propuesto y pasen al segundo, que es complementario y coadyuvante, digámoslo así, del primero.

SEGUNDO EXPERIMENTO

Seguimos en el mismo entorno, un lugar pública, cerrado o abierto, con mucha gente desconocida para nosotros que pulula por allí, a sus cosas, sin sentir la menor curiosidad por nosotros que nos mantenemos relajados, sin hacer nada que llame la atención y procurando no mirar con fijeza a nadie. Intentamos pasar desapercibidos, somos anónimos y nos gusta. Ahora prepárense para transformarse de sujetos activos, como en el primer experimento, a sujetos pasivos. No vamos a pensar en nadie, ni a mirar con fijeza su nuca, ni a mirar a nadie con deseo, sexual o no, ni a dejarnos llevar por el raca-raca mental de nuestras ideas fijas, siempre centradas en nuestros problemas. Estamos vacíos, somos el vacío, estamos tranquilos y relajados, no buscamos nada, no esperamos nada.

Estemos atentos a una sensación específica y concreta y solo a ella. Esta sensación es la siguiente: ligero cosquilleo en la nuca, un cierto malestar indefinible, la sensación de que alguien nos está mirando con fijeza o pensando en nosotros con intensidad desusada.

Bien, tranquilos, no volvamos la cabeza con rapidez, buscando al infractor. No empecemos a ponernos nerviosos y lo mostremos de mil maneras, moviendo un pie, luego el otro, cambiando de posición, moviendo la cabeza, moviendo las manos, pasándonos los dedos por los ojos, sudando y trasegando saliva, en fin todo lo que hacemos cuando nos ponemos muy nerviosos. Si hacemos esos quien nos está mirando con fijeza o pensando en nosotros con intensidad se dará cuenta, porque ha establecido un vínculo mental con nuestra mente y percibe lo que nosotros pensamos y sentimos. Todo esto lo analizaremos con detalle en las cartas de Milarepa sobre la vinculación en la sección «Escuela espiritualista» que comenzaré a subir este otoño.

Permanezcamos tranquilos, mirando donde mirábamos antes, adoptando la pose más natural y permanezcamos atentos a la sensación. Si es muy intensa, muy molesta, es probable que la mirada del otro esté clavada en nosotros, que su pensamiento, por el motivo que sea, sea un vampiro que nos chupa la sangre desde la yugular del cuello. Lo que menos deseamos es asustar al vampiro, al contrario, queremos que se sienta tranquilo, sin esperar ninguna reacción extraña por nuestra parte. Cuando pensemos que lo hemos conseguido y que seguramente pillaremos por sorpresa al «infractor», moveremos la cabeza con suavidad, sin prisa, sin la menor brusquedad, con naturalidad, como si buscáramos a alguien o algo hubiera atraído nuestra atención. Entonces nos dejamos llevar por esa sensación y al girar en panorámica nuestros ojos sin duda descubriremos a alguien que aparta con rapidez la mirada de nosotros, que se pone nervioso, como si hubiera sido atrapado «in fraganti». Los gestos de esa persona serán inconfundibles. A mí no me engañas, pensaremos, y con razón. Nada más sencillo que darse cuenta de si alguien nos ha estado mirando con fijeza o pensando con intensidad en nuestra persona. En cuanto crea haber sido descubierto se pondrá tan nervioso como si le hubiéramos atrapado practicando sexo con nuestra pareja, poniéndonos los cuernos. Sí, aunque la metáfora resulte chocante y divertida, el descubrimiento del pensamiento del otro es muy, pero que muy parecido a sorprender al prójimo en la intimidad más íntima, que todos conocemos bien, por lo que no voy a describir todos los supuestos.

No hagamos como que le hemos descubierto, no le pongamos más nerviosos, con naturalidad seguimos el movimiento de nuestra cabeza y nos fijamos en cualquier cosa que hubiera podido atraer nuestra atención antes de darnos cuenta de que nos estaban mirando con fijeza. Una vez que hemos logrado el primer éxito, no lo repitamos a continuación ni ese mismo día, concedámonos tiempo. Si repetimos este experimento con naturalidad cada cierto tiempo, cuando nos sintamos sensibles, cuando nos apetezca volver a hacerlo, iremos adquiriendo una sorprendente facilidad para «atrapar o sorprender» al prójimo. Es posible que nos equivoquemos muchas veces, especialmente si nos fiamos demasiado de nuestros sentidos y de nuestra razón, si no hacemos más caso a ese cosquilleo en la nuca, a ese extraño malestar corporal que nos invade, que a la lógica racional que nos dice, pues me parece que alguien me está mirando fíjamente, pues creo que sí, que no me equivoco. Entonces casi siempre nos equivocamos.

Cuando pasemos de la incredulidad a la sorpresa y de ésta a la reflexión y de ésta a la experimentación concienzuda, y de ésta al convencimiento progresivo y de éste a la certeza, entonces nos daremos cuenta de que nuestra vida comienza a cambiar. Entonces nos plantearemos con seriedad la posibilidad de que el dicho oriental, budista, de yoga mental, que dice que al menos UN TERCIO DE NUESTROS PENSAMIENTOS NO SON NUESTROS, SINO DEL PRÓJIMO O PRÓXIMO, no es ninguna tontería y eso nos llevará a reflexionar sobre la causa y procedencia de nuestros pensamientos. Toda una revolución en nuestras vidas.

En el próximo experimento trataremos con la intoxicación mental, con el envenenamiento mental, y nos daremos cuenta de lo tontos que fuimos no apercibiéndonos de los claros síntomas de esa enfermedad, cuando la intoxicación o envenenamiento físico, alimentario, es tan evidente que nadie lo negaría. Hemos descuidado la mente, ha llegado el momento de ser conscientes de cómo funciona y de lo que «tragamos» todos los días. Un saludo.





Experimentos mentales para incrédulos I

1 09 2012

NOTA INTRODUCTORIA: A lo largo de los años he ido anotando en mi agenda de yoga mental diferentes experimentos que he ido esbozando y llevando a cabo. Me he basado en mis estudios rosacruces, en mis experimentos de yoga mental, en conocimientos adquiridos de mis lecturas de diferentes filosofías orientales, tales como el zen o la lectura de libros de parapsicología y otros. Esta es la primera entrega de algunos de esos experimentos para incrédulos, es decir personas que necesitan convencerse del poder de la mente, de la vinculación entre todas las mentes, de la existencia de la energía y su influencia en nuestra vida práctica. Gracias a Dios yo no necesito abrirme el costado con un cuchillo de cocina y permitir que los incrédulos como Santo Tomás metan su mano en mi costado, toquen mis costillas, vean caer la sangre y mojándose un dedo en ella se la lleven a la boca para ver a qué sabe. Estos son experimentos mentales y nadie saldrá herido ni perdiendo otra cosa que su orgullo y su importancia personal, tal como le diría don Juan a Castaneda. Somos una mota de polvo en el universo, pero interconectada con el resto de motas de polvo, con todo el universo, con las entidades espirituales más avanzadas, los maestros cósmicos e incluso con Dios. Por eso somos tan poquita cosa y al mismo tiempo tan importantes, divinos. Por eso podemos ir experimentando estas conexiones hasta que sus resultados nos convenzan como a Santo Tomás, que una vez la mano en el costado y probada la sangre del cordero no tuvo otro remedio que admitir que aquello era «real». Nada más, espero que estos experimentos les gusten y les resulten divertidos.

EXPERIMENTOS MENTALES PARA INCRÉDULOS I

PRIMER EXPERIMENTO

En el camino del guerrero impecable van a necesitar convencerse de que su mente es tan real como su cuerpo y lo que piensan tan real como lo que hacen. Para ello les propongo estos primeros experimentos, sencillos de llevar a cabo y hasta divertidos si los hacen con discreción.
LA VINCULACIÓN DE NUESTRAS MENTES

Están convencidos de que los demás no les pueden ver si no tienen la vista clavada en ustedes, que no les pueden oír sino los otros no tienen los oídos bien abiertos y ustedes están cerca, que no les pueden palpar sino están muy cerca y no se dejan, etc, etc. Pues bien, con este primer experimento se acabarán convenciendo de que su energía también actúa y puede estar haciendo lo mismo que hacen sus sentidos, solo que mucho mejor, con más intensidad y con mas fineza.

Escojan un lugar al aire libre o en lugar cerrado. Necesitan una multitud o muchedumbre más o menos numerosa. Mejor que nadie les conozca allí y ustedes no conozcan a nadie. Entren en el lugar cerrado (una cafetería, un local público) o aproxímense al lugar abierto concurrido (un concierto al aire libre, una plaza de su ciudad concurrida, un parque con mucha gente, etc) con mucha discreción, sin gesticular, hablar en voz alta o hacerse notar de cualquier otra manera. Procuren no fijarse en la gente, especialmente en personas concretas. Procuren que su mente esté relajada y caminen con naturalidad. Busquen un sitio adecuado, donde se sientan bien, armonizados con su energía. Don Juan les diría que ese es su sitio de poder, que estudiaremos más adelante en la sección del guerrero impecable.

Una vez en su sitio, tranquilos, relajados, escojan una persona para el experimento. Procuren que esté de espaldas, que esté lejos de usted, que no se haya fijado en usted cuando ha entrado.

Con mucha calma fijen su mirada en su nuca. Primero una mirada rápida, como resbalando sobre ella, luego deténganse más tiempo, unos segundos. Finalmente permanezcan de esta manera largo rato, como si tuvieran un láser en la mirada y lo clavaran en la nuca de la persona elegida.

OBSERVEN
-Cuánto tiempo tarda esa persona en volverse y buscar entre la multitud una persona que la esté mirando fíjamente.
-Cuánto tiempo tarda en descubrirles a ustedes, en fijar su mirada y en darse cuenta de que efectivamente alguien le estaba mirando y ese alguien era usted.
-Comprueben cómo influye su estado de ánimo en los resultados del experimento. Cuando están tranquilos y relajados, cuando están nerviosos y estresados, cuando están de mal humor o alegres.

-Comprueben cómo determinadas personas son más sensibles a las miradas que los demás clavan en su nuca y cómo otras tienen serios problemas para darse cuenta de que alguien les mira fíjamente.

Anoten los resultados en su libreta de experimentos que pueden llevar con ustedes a todas partes, en el bolsillo de su camisa o en el bolso de señora.

Completaremos este primer experimento con otros encaminados a hacernos conscientes de otros detalles de esta vinculación mental que existe entre todos los seres humanos e incluso también con animales y plantas. Nos fijaremos en cómo funciona, en cómo nuestra mente puede programarse para ello, en cómo los demás no son conscientes de esta vinculación mental pero sí notan sus efectos… Cuando lleven un tiempo prolongado realizando estos experimentos con mucha discreción y anotando sus resultados, se darán cuenta de que esto es mucho más que pura sugestión. Aquí hay algo y lo iremos descubriendo poco a poco, conforme prosigamos nuestro camino.