CURSILLO DE YOGA MENTAL
TERCERA ETAPA-CLASE DOCE
SALUDO BUDISTA
ENTRENANDO Y ARMONIZANDO TODOS LOS CUERPOS
En las etapas anteriores de este cursillo hemos estado trabajando con los chakras. El sentido de ese trabajo no era otro que conocer y aprender a desenvolverse con nuestros diferentes cuerpos. Somos seres multidimensionales, ya lo hemos repetido en varias ocasiones, y como tales vivimos en diferentes dimensiones al mismo tiempo. Hay ejercicios que son generales para todos los cuerpos. Abrir los canales o nadis, desbloquearlos, equilibrar la energía del lado izquierdo y derecho, es un ejercicio para todos los cuerpos. Para ello utilizamos el taichí, el kriyayoga, los pases mágicos de Castaneda, posturas de hatayoga y todo aquello que nos ayude a sentir el cuerpo en su totalidad y a permitir a la energía que circule y llegue a cada célula. Pero cada cuerpo tiene también sus necesidades específicas, no podemos alimentar el cuerpo físico de aire, necesita alimento material, bebida, respiración, etc. Hemos visto que el cuerpo astral es un viajero impenitente y sus necesidades son de energía, de control de la imaginación y la voluntad para que no nos lleve donde él quiera sino donde nosotros deseemos. En clases anteriores hemos ejercitado y trabajo con el cuerpo emocional y hemos visto que es el más frágil de los cuerpos, todo lo hiere y sus heridas no curan fácilmente. Su alimento es el afecto, el cariño, el contacto físico a través del abrazo, del beso. Hoy vamos a entrenar el cuerpo mental y la meditación nos ayudará a ver cómo funciona y su lugar en la jerarquía de cuerpos.
Los cuerpos más altos son los más elevados en jerarquía, en esencia y en divinidad. Cuanto más cerca estamos de la fuente, Dios, el Todo, más alto vibran nuestras partículas, son más duraderas y tienen más poderes y nos dan más satisfacciones. El cuerpo físico está muy alejado de la divinidad, en pleno mundo material, su vibración es baja y la consciencia que le llega es muy pobre. Es como la carcasa o chasis del coche. Necesita un conductor en su interior para poder moverse y hacerlo en dirección a alguna meta. En nuestro caso hay muchos conductores, lo mismo que hay muchos chasis y cada uno tiene sus propias características. Todos ellos, menos el cuerpo causal o alma, acaban deteriorándose, antes o después, por lo tanto se produce la muerte. La muerte más conocida es la del cuerpo físico, en realidad muchos creen que es la única, pero no es así. El cuerpo físico se deteriora y muere y el cuerpo astral que lo habita se desprende de la carcasa y comienza a moverse en su dimensión, en la dimensión astral. Toda transición, toda muerte, implica un periodo de confusión, de oscuridad, de adaptación al nuevo mundo, a las nuevas leyes, al nuevo cuerpo. Lo mismo que al nacer con el cuerpo físico el bebé requiere un periodo de adaptación para poder conocer y controlar su nuevo cuerpo, lo mismo ocurre con el cuerpo astral y los demás cuerpos.
Nada nos es dado por ciencia infusa, todo debe ser trabajado y aprendidas las lecciones correspondientes. Durante la vida física ejercitamos el cuerpo físico en todos los terrenos, aprendemos a manejarlo para comer, para beber, para respirar, para caminar, ejercitamos músculos, aprendemos a desplazarnos. A lo largo de nuestras vidas el dominio y control del cuerpo físico llega a ser espléndido. Llegamos a utilizarlo para casi todo, incluidas las manifestaciones de afecto. Aprendemos a reproducirnos a través del sexo y a vivir en pareja. Aprendemos a hablar, a comunicarnos y aprendemos también a ejercitar nuestra mente en el camino del conocimiento. Muchas de estas funciones que atribuimos en exclusiva al cuerpo físico, en realidad pertenecen a otros cuerpos, pero como no los vemos, no los percibimos, no creemos en ellos, aceptamos sin más que el coche es solo chasis y ni siquiera nos plantemos que pueda existir un conductor o que dentro del chasis puedan existir chips informatizados que poco tienen que ver con lo que es el chasis.
Todo lo que se refiere al afecto, al cariño, a las emociones y sentimientos, pertenece al cuerpo emocional, aunque se exprese a través del cuerpo físico. La imaginación y los viajes con nuestra mente pertenecen al cuerpo astral aunque achaquemos nuestras fantasías a una misteriosa e incomprensible descarga eléctrica de nuestras neuronas. Los pensamientos también son atribuidos al funcionamiento físico del cerebro, aunque en realidad pertenecen al cuerpo mental. En esta etapa del cursillo de yoga vamos a aprender a distinguir los cuerpos, a funcionar de forma autónoma con cada uno de ellos, a conocerlos muy bien, a ejercitarlos y a armonizarlos. Aunque atribuimos la enfermedad en exclusiva a un mal funcionamiento del cuerpo físico, en realidad cuando él falla es que todos los demás cuerpos también están fallando.
No podemos tener buena salud solo cuidando del cuerpo físico. Si carecemos de imaginación el cuerpo astral estará preso y sin alimento, estará enfermo, aunque no lo notemos. Si no damos y recibimos afecto nuestro cuerpo emocional estará muy tocado, muy enfermo. Si el cuerpo mental está mal estamos en lo que se viene a llamar la enfermedad mental. Pero en realidad todas estas enfermedades tienen una jerarquía. El cuerpo causal o alma que no es feliz y por lo tanto no tiene el alimento que necesita, sufre lo que se pueden llamar enfermedades del alma que se transmiten a los demás cuerpos y en cada uno de ellos tiene manifestaciones diferentes.
El cuerpo causal ordena que todo lo que hagamos esté encaminado hacia la felicidad. No solo la nuestra, porque como hemos visto con la teoría de la vinculación de Milarepa, todos estamos vinculados en el Todo y no puede haber una parte que sea plenamente feliz mientras no lo sean todas. Una vez recibida la orden el cuerpo mental elucubra las mejores formas para conseguir alimentar el alma con el único alimento que acepta, la felicidad. Como veremos en la meditación cualquier error en nuestras ideas, en la filosofía de la vida, puede originar serios tropiezos para el resto de cuerpos. Es muy importante que nuestro cuerpo mental esté entrenado y se conozca muy bien para que no nos lleve por caminos extraviados.
MEDITACIÓN SOBRE EL CUERPO MENTAL
Hemos hechos nuestros ejercicios como todos los días. Hemos respirado y utilizado los mantras. Vamos a relajarnos como lo haremos a lo largo de toda esta etapa del cursillo, utilizando la relajación de las muñecas rusas, como la llamo yo. En la postura de relajación sentimos el cuerpo físico. Somos conscientes de que lo percibimos en su totalidad, lo controlamos, notamos cada disfunción. Ahora vamos a comenzar el proceso de desprendernos de las muñecas rusas. El siguiente cuerpo es el astral. Se desprende del cuerpo físico en sueños o en estados de meditación o cuando sufrimos un trauma importante que nos hace huir del cuerpo físico para no sufrir lo que él está sufriendo.
Comenzamos a desprendernos por los pies, cada dedo, la planta, el tobillo y vamos ascendiendo. El cuerpo astral es un perfecto remedo o clon del cuerpo físico. Cada órgano, cada parte del cuerpo físico tiene una contraparte en el cuerpo astral. Pero existen algunas diferencias importantes. Al llegar al plexo solar vemos el cordón de plata, el cordón de luz. Es el que une el cuerpo astral con el cuerpo físico. Mucho cuidado entonces al despegar el cuerpo porque vaya donde vaya el cuerpo astral siempre estará sujeto al cuerpo físico por el cordón de plata, si este se rompe se produce la muerte. Podemos viajar con el cuerpo astral al otro confín del universo, el cordón de plata nos acompañará, es absolutamente flexible y no se rompe salvo que algo nos esté produciendo la muerte. Seguimos hasta llegar al cuello, el puente que ancla también el cuerpo astral al cuerpo físico. Mucho cuidado al activar el chakra del cuello, lo hacemos con suavidad, con delicadeza, sin prisas. Y al llegar a la cabeza despegaremos la astral de la física con extremo cuidado.
Ya estamos flotando por encima del cuerpo físico. Vemos el cordón de plata y con un acto de voluntad, visualizando el movimiento, nos elevamos hacia arriba. Estamos en la llanura oscura, recordamos la experiencia en el hospital del cuerpo emocional. Recordamos cómo nos movíamos en el mundo astral y las nuevas leyes que aprendimos. Pero hoy nos interesa que el cuerpo mental tome las riendas. Es un cuerpo sólido, la mente, desprendida de las interferencias de los sentidos del cuerpo físico puede funcionar mucho mejor, ver todo como desde arriba, como si fuera un águila moviéndose en el aire y mirando hacia abajo, hacia el resto de los cuerpos. Puede ver las heridas de cada uno, su mal funcionamiento. Puede diseñar estrategias, caminos en la vida. Pero puede cometer serios errores. Acuciado por la necesidad del cuerpo causal de felicidad es posible que busque el camino más fácil. Si le doy placer al cuerpo físico a través de la comida… algo le llegará al alma, aunque sea un placer muy bajo. Y comemos y engordamos y el cuerpo físico se deteriora y enferma. Colesterol, todo tipo de enfermedades. Con un chasis corroído va a ser difícil que el coche funcione bien, el motor tendrá problemas y los conductores que van dentro notarán con claridad que van dentro de una carraca y no de un deportivo descapotable.
Las órdenes de la mente, acuciada por el insaciable deseo de felicidad del alma, le pueden llevar a errores terribles que se pagan muy caros. Busquemos el placer de la comida, el placer del sexo, busquemos que nos quieran y nos den afecto, nos abracen y nos besen, que se rindan a nuestros pies y nos digan lo guapos que somos, lo bien que lo hacemos todo, que nos halaguen. Estamos desequilibrados, buscamos excesivo placer a través del cuerpo físico, a través del cuerpo emocional. Nos olvidamos de sus funciones y del perfecto equilibrio, la perfecta armonía que debe existir entre ellos. La mente olvida las grandes verdades y se limita a intentar darle una pizca de paupérrima felicidad al alma. Carpe diem, comamos y bebamos que mañana moriremos. La mente olvida que somos eternos, que el cuerpo causal lo es, que estamos vinculados con el Todo y entre nosotros. Y al olvidarlo ya no le importa obtener placer de cualquier forma, dañando a los demás a las chispas divinas que hay en todo ser vivo. Llenamos la barriga de alimentos y nos olvidamos de que otros pasan hambre y mueren. Buscamos el sexo a cualquier precio, aunque sea violentando a los demás, la violación ya hasta le parece natural al cuerpo mental. Si no me dan sexo por las buenas, por las malas. Y lo mismo hacemos con las necesidades de nuestro cuerpo emocional. Necesitamos que nos halaguen y sino lo hacen nos vengamos. Queremos que estén todo el día dándonos palmaditas en los hombros y buscando la vanidad y la soberbia. Vanidad de vanidades y todo es vanidad, que dijo el sabio Salomón.
Cuando el cuerpo mental se desvía de su camino el resto de cuerpos acaban en desarmonía y sufriendo todo tipo de enfermedades. El cuerpo físico tiene las suyas, el emocional sus traumas, el astral va de acá para allá, desprendido de los otros cuerpos para que no le afecte su sufrimiento y de esta manera se pierde en mundos peligrosos, en delirios de los que resulta complicado regresar. Le hemos pedido al cuerpo físico que consuma drogas y el cuerpo astral sale volando, no sabemos dónde, pero sí lo complicado que resulta hacerle regresar. Y caemos en las adiciones, las enfermedades más terribles porque nos herimos nosotros mismos, clavamos el cuchillo en nuestra carne y lo seguimos haciendo porque no podemos evitarlo. ¿Existe algo más estúpido? Y utilizamos el alcohol, el tabaco, el juego, el sexo, lo que sea para conseguir una pizca de felicidad con la que contentar al cuerpo causal y de esta manera nuestras vidas se convierten en una enfermedad crónica. Estamos enfermos y logramos que el alma también lo esté. Las enfermedades del alma se transmiten la cuerpo mental y son enfermedades mentales, al cuerpo emocional y son traumas emocionales, al cuerpo astral y son delirios y alucinaciones, al cuerpo físico y son todo tipo de enfermedades que tienen la misma causa pero que la medicina occidental intenta curar como si se tratara de piezas de recambio para nuestro chasis.
Hemos visto lo que puede hacer un cuerpo mental descontrolado y confuso, errado. El entrenamiento del cuerpo mental es el entrenamiento del hombre de conocimiento. Buscamos la sabiduría, la verdadera, estudiamos, aprendemos. Utilizamos el razonamiento y la intuición, utilizamos la memoria, buscamos en lo profundo la verdad, porque sabemos que la verdad nos hará libres y sanos. Quienes descuidan el entrenamiento del cuerpo mental están condenados a cometer graves errores y a sufrir las consecuencias. Algunos desprecian la cultura, los libros, la música, la creatividad, la lógica, la memoria, la intuición. Creen que con vivir “en la realidad” es decir, con ocuparse de su cuerpo físico, ya lo tienen todo hecho. Algunos creen que las emociones y sentimientos lo son todo y se olvidan de que son tan solo el alimento del cuerpo emocional, los restantes cuerpos necesitan sus propios alimentos. Somos seres multidimensionales y debemos trabajar todos los cuerpos y todas las dimensiones. En otras meditaciones aprenderemos sobre la existencia de los archivos akásicos, los maestros espirituales, sobre todo aquello que puede ayudar al cuerpo mental a estudiar sus tareas y hacer sus deberes para que sus errores no los acaben pagando el resto de los cuerpos.
Ahora vamos a descender, el cuerpo mental o cabeza, desciende al corazón o cuerpo emocional y este al plexo solar o cuerpo astral y nos encontramos en el chakra raíz, en el perineo, con el cuerpo físico. Pero para ello repetimos el ejercicio que hacemos siempre. Es muy importante que el cuerpo astral regrese al cuerpo físico con suavidad y entre en contacto por los pies y vaya ascendiendo como vimos al salir. Si no lo hacemos bien no recordaremos nada, ni lo sueños si estamos dormidos ni lo que hemos meditado ni lo que hicimos en otras dimensiones. Así pues todo el tiempo que nos tomemos para regresar no será tiempo perdido.
Y despertamos como siempre, moviendo dedos de los pies…
La recapitulación irá en el sentido de recordar lo que hacen nuestros cuerpos por separado. Estamos acostumbrados a la confusión generada al creer que solo tenemos un cuerpo, el físico. Vamos a distinguir unos de otros para que de esta manera apreciemos más detalles y con mayor profundidad.
SALUDO BUDISTA
QUE LA PAZ PROFUNDA NOS ACOMPAÑE A TODOS EN EL CAMINO.
COMENTARIOS RECIENTES