MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XXV

9 10 2023

LOS SERES INORGÁNICOS

-Cosas que por, ahora resultarían difíciles, aun imposibles de explicarte -dijo-. No tienes energía sobrante como para entrar a lo desconocido y encontrarle sentido. Cuando los nuevos videntes arreglaron el orden de las verdades de la conciencia de ser, vieron que la primera atención consume todo el resplandor de la conciencia del hombre, y que no queda libre ni un ápice de energía. Ese es tu problema, y el problema de todos los guerreros. De modo que los nuevos videntes propusieron que si los guerreros quieren penetrar en lo desconocido tienen que conservar su energía. Pero, ¿de dónde van a conseguir energía, si toda ella ya está usada? La conseguirán, dicen los nuevos videntes, destruyendo hábitos innecesarios.

Dejó de hablar y me pidió preguntas. Le pregunté qué le hacía al resplandor de la conciencia el destruir hábitos innecesarios. Contestó que destruir hábitos desprende a la conciencia de la absorción en sí misma y le permite libertad al resplandor para enfocarse en otras cosas.

-Lo desconocido esta eternamente presente – prosiguió-, pero queda fuera de nuestro alcance normal. Lo desconocido es la parte superflua del hombre común. Y es superflua porque el hombre común no tiene suficiente energía libre para comprenderlo. «Puesto que has pasado años enteros en el camino del guerrero, ahora tienes suficiente energía libre para captar lo desconocido; pero no la suficiente como para entenderlo o siquiera para recordarlo.

Me explicó que en el sitio ése de la roca plana yo había entrado muy profundamente en lo desconocido. Pero como yo estaba dado al vicio de la exageración, hice lo peor que uno puede hacer, me había aterrado desmedidamente. Por eso salí del lado izquierdo, con la prisa del alma que lleva el diablo, desafortunadamente llevando conmigo una legión de seres extraños. Le dije a don Juan que no se andara por las ramas, que me dijera exacta y directamente qué quería decir con una legión de seres extraños.

-¿Qué es esa fuerza misteriosa?-pregunté. -Es una fuerza que se encuentra presente en todo lo que existe -dijo-. Los antiguos videntes jamás se propusieron desentrañar el misterio de la fuerza que los hizo crear sus prácticas secretas; simplemente lo aceptaron como algo sagrado. Pero los nuevos videntes lo observaron de cerca y lo llamaron voluntad, la voluntad de las emanaciones del Águila, o el intento.

Don Juan siguió explicando que los antiguos toltecas habían dividido su conocimiento secreto en cinco grupos de dos categorías cada uno: la tierra y las regiones de tinieblas, el fuego y el agua, lo de arriba y lo de abajo, el ruido y el silencio, lo móvil y lo estacionario. Especuló que debieron existir miles de técnicas diferentes que se volvieron más y más intricadas conforme pasó el tiempo.

«El conocimiento secreto de la tierra -prosiguió- tenía que ver con todo lo que se encuentra en el suelo. Había series particulares de movimientos, palabras, ungüentos, pociones que se aplicaban a personas, animales, insectos, árboles, plantas pequeñas, piedras y todo lo demás. «Estas eran técnicas que convirtieron a los antiguos videntes en seres horrendos.Y las usaban ya fuera para cuidar o para destruir a cualquier ser animado o cosa inanimada.

«La contraparte de la tierra era lo que conocían como las regiones de tinieblas. Definitivamente, estas prácticas eran las más peligrosas. Trataban con entidades sin vida orgánica. Criaturas vivientes que se encuentran presentes en la tierra y que la habitan junto con todos los seres orgánicos.

«Sin duda alguna, uno de los hallazgos más valiosos de los antiguos videntes, al menos para ellos, fue el descubrimiento de que la vida orgánica no es la única forma de vida presente en esta tierra.

-Los seres orgánicos no son las únicas criaturas que tienen vida -dijo; haciendo otra pausa, como dándome tiempo para evaluar sus afirmaciones.

-Para los videntes, el estar vivo significa tener conciencia -contestó-. Para el hombre común, tener conciencia significa ser un organismo. Ahí es donde difieren los videntes. Para ellos, tener conciencia significa que las emanaciones que crean la conciencia están encajonadas dentro de un receptáculo. «Los seres orgánicos vivientes tienen un capullo que encierra las emanaciones. Pero hay otras criaturas, seres inorgánicos cuyos receptáculos no parecen capullos para el vidente. Pero sí contienen las emanaciones de la conciencia y muestran características de vida que no son la reproducción y el metabolismo.

-¿Cómo cuáles, don Juan? -Como las emociones desgarradoras, la tristeza, la alegría, la ira y etcétera, etcétera. Y que no se me olvide la mejor: el amor; un tipo de amor que el hombre ni siquiera puede concebir. -¿A lo serio, don Juan?-le pregunté con sinceridad. -A lo inorgánicamente serio -contestó sin expresión alguna y después comenzó a reírse. -Si consideramos como clave lo que los videntes ven -continuó-, la vida es en verdad extraordinaria. -Si esos seres están vivos, ¿por qué no se dejan conocer por el hombre? -Lo hacen, todo el tiempo. Y no sólo se dejan conocer por los videntes sino también por el hombre común. El problema es que toda nuestra energía utilizable es consumida por la primera atención. El inventario del hombre no sólo la usa toda, también endurece al capullo al grado de volverlo inflexible. Bajo esas circunstancias no hay interacción posible.

CARLOS CASTANEDA

EL FUEGO INTERNO





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XXIV

24 08 2023

LOS PARÁSITOS

Los Parásitos se alimentan de las Emociones Humanas Al constantemente enfrentar los desafíos que se presentan es que tiene posibilidad de Ser Impecable. Diferentes parásitos desean diferentes emociones – algunos desean sexualidad, algunos desean cólera, algunos desean preocupación, algunos desean vergüenza, algunos desean miedo, algunos desean hambre o dolor. Cada de estas emociones tiene su propia línea de pensamiento y su propia trayectoria que conduce a un punto culminante emocional y físico, la cual libera el sustento para el parásito.

La Energía es consumida por el parásito desde la Capa Luminosa de Conciencia que en un principio cubre la Esfera de Energía del Hombre; la energía impulsado hacia afuera desde los Centros Vitales hacia la periferia de la Esfera de Energía.

Las opciones son, Intentar el movimiento del Punto de Encaje hacia el Centro de la Sobriedad, o dejarlo quedarse en el borde lateral de la Banda del Hombre, y fijarlo allí en su trayectoria emocional. Sólo lo primero es una opción para un Guerrero, y sólo lo segundo es una opción para el Hombre promedio.

Este Conocimiento es sólo la mitad. Lo otro, mucho más importante, es Hacerlo. Hacerlo es Intento, un Comando que cambia el Punto de Encaje. Es, en efecto, un Comando al Punto de Encaje. La Posición del Punto de Encaje dictamina sentimientos y conducta. Tiene que ser centralizada desde su movimiento lateral. Allí se encuentra el desafío, y el desafío se enfrenta de un modo u otro, por lo qué el guerrero siente y hace – es decir, en donde el Punto de Encaje termina su posición.

Disciplina significa de hecho Hacer, para que Mágicamente complete la Decisión del Poder con su Acción. La Mágica Mano de Hierro de la Disciplina es inflexible, Intento Inflexible. Solamente puede tener éxito. El Parásito seguirá insistiendo y mientras lo haga la Energía puede ahorrarse. Como pronto como el Guerrero decide abstenerse de la emoción, él ha puesto su Importancia Personal a un lado y alcanzado el Centro de la Sobriedad.

Separando el Ser Social de nuestra Energía Básica por medio de la Disciplina

Para facilitar esta clase de disciplina que es el medio hacia la libertad del Depredador Parásito, las Artes Toltecas que se emplean son: 1. La Recapitulación 2. Tensegridad 3. Acecho o Controlando la Locura 4. Utilizar al Tirano 5. Silencio Interior, y Tolerar el sentimiento de morir que sucede cuando uno entra en el Silencio Interno.

TOLTECA EL CAMINO DEL GUERRERO VIDENTE





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABALE XXIII

27 06 2023

PREDADORES, VOLADORES Y SERES INORGÁNICOS III

‑Tengo que insistir en que es una idea rara que encontrará en ti infinita resistencia ‑dijo‑. Debo advertirte que no la aceptarás con facilidad. Pero no por el hecho de que es rara debes rechazarla. Eres un científico social. Por lo tanto, tu mente está siempre abierta a la investigación, ¿verdad?

‑La idea rara ‑dijo lentamente, midiendo el efecto de sus palabras‑ es que todo ser humano en esta Tierra parece tener las mismas reacciones, los mismos pensamientos, los mismos sentimientos. Parecen responder de la misma manera a los mismos estímulos. Esas reacciones parecen estar en cierto modo nubladas por el lenguaje que hablan, pero si escarbamos esa superficie son exactamente las mismas reacciones que asedian a cada ser humano en la Tierra. Me gustaría que esto te causara curiosidad como científico social, por supuesto, y que veas si puedes explicar esta homogeneidad.

‑La tarea del día, para ti ‑dijo abruptamente, en tono de presagio‑, es una de las tareas más misteriosas de la brujería, algo que va más allá del lenguaje, más allá de las explicaciones. Hoy nos fuimos de caminata, hablamos, porque el misterio de la brujería debe ser amortiguado con lo mundano. Debe partir de la nada, y debe volver nuevamente a la nada. Ése es el arte del guerrero-viajero: pasar por el ojo de una aguja sin ser notado. Por tanto, prepárate acomodando tu espalda contra esta pared de roca, lo más lejos posible del borde. Estaré cerca de ti, en caso de que te desmayes o te caigas.

‑¿Quiero que cruces las piernas y entres en un estado de silencio interno ‑dijo‑. Digamos que quieres averiguar qué artículos podrías buscar para desacreditar o comprobar lo que te he pedido que hagas en tu medio académico. Entra en el silencio interno, pero no te duermas. Éste no es un viaje al oscuro mar de la conciencia. Esto es ver desde el silencio interno.

‑Son verdaderamente pesados ‑don Juan me dijo al oído. Me estaba agarrando del brazo izquierdo, lo más fuerte que podía.

Vi algo, como una sombra de barro meneándose en el suelo, y luego dio otro salto, quizá de unos quince metros, y volvió a aterrizar con el mismo silencioso golpe. Estaba aterrorizado más allá de todo lo que racionalmente pudiera usar como descripción. Mantuve mis ojos fijos en la sombra saltando en el fondo del valle. Luego escuché un zumbido peculiar, una mezcla entre el sonido de un batir de alas, y el sonido de una radio que no ha sintonizado la frecuencia de una estación, y el golpe que siguió fue algo inolvidable. Nos sacudió a don Juan y a mí hasta los huesos ‑una gigantesca sombra de barro negra acababa de aterrizar a nuestros pies.

‑No te asustes ‑dijo don Juan en tono imperativo‑. Mantén tu silencio interno y la sombra se irá.

-Jamás se me hubiera ocurrido que tomarías el ver a un volador tan a pecho ‑dijo.

El predador que don Juan había descrito no era benévolo. Era enormemente pesado, vulgar, indiferente. Sentí su despreocupación por nosotros. Sin duda, nos había aplastado épocas atrás, volviéndonos, como don Juan había dicho, débiles, vulnerables y dóciles. Me quité la ropa húmeda, me cubrí con un poncho, me senté en la cama, y lloré desconsoladamente, pero no por mí. Yo tenía mi ira, mi intento inflexible, para no dejarme comer. Lloré por mis semejantes, especialmente por mi padre. Nunca supe, hasta ese momento, que lo quería tanto.





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XXII

7 05 2023

PREDADORES, VOLADORES Y SERES INORGÁNICOS II

‑La mente del volador huye para siempre cuando un chamán logra asirse a la fuerza vibradora que nos mantiene unidos como conglomerado de fibras energéticas. Si un chamán mantiene esa presión durante suficiente tiempo, la mente del volador huye derrotada. Y eso es exactamente lo que vas a hacer: agarrarte a la energía que te mantiene unido.

‑Temes la ira de Dios, ¿verdad? ‑dijo‑. Quédate tranquilo, ése no es tu miedo. Es el temor del volador, que sabe que harás exactamente como te digo.

‑No te preocupes ‑dijo don Juan de manera calma‑. Sé, de hecho, que esos ataques se extinguen de lo más pronto. La mente del volador no tiene concentración alguna.

‑Estás desgarrado por una lucha interna ‑dijo don Juan‑. Muy en lo profundo, sabes que eres incapaz de rechazar el acuerdo de que una parte indispensable de ti, tu capa brillante de conciencia, servirá de alimento incomprensible a unas entidades, naturalmente, también incomprensibles. Y otra parte de ti se opondrá a esta situación con toda su fuerza.

»La revolución de los chamanes ‑continuó‑, es que se rehúsan a honrar acuerdos en los que no han participado. Nadie me preguntó si consentía ser comido por seres de otra clase de conciencia. Mis padres me trajeron a este mundo para ser comida, sin más, como lo fueron ellos; fin de la historia.

Ya en casa, a medida que pasaba el tiempo, la idea de los voladores se volvió una de las principales fijaciones de mi vida. Llegué a pensar que don Juan tenía toda la razón. Por más que intentara, no podía rechazar su lógica. Mientras más lo pensaba, y mientras más me observaba y hablaba con mis prójimos, la convicción era más y más intensa de que algo nos impedía toda actividad o interacción o pensamiento que no tuviese como punto focal, el yo. Mi preocupación, como la preocupación de cualquiera que yo conociera o con el que yo hablara, era el yo. Como no encontraba explicación para tal homogeneidad universal, concluí que la línea de pensamiento de don Juan era la más apropiada para elucidar el fenómeno.

Me sumergí tanto como pude en lecturas de mitos y leyendas. Al leer, experimenté algo que nunca antes había sentido: cada uno de los libros que leí era una interpretación de mitos y leyendas. En cada uno de esos libros, una mente homogénea se hacía patente. Los estilos diferían, pero el impulso detrás de las palabras era homogéneamente el mismo: a pesar de ser el tema algo tan abstracto como los mitos y las leyendas, los autores se las arreglaban siempre para encajar afirmaciones acerca de ellos mismos. El impulso común detrás de cada uno de estos libros no era el tema que anunciaban; era, en su lugar, autoservicio. Nunca antes me había dado cuenta de esto.

Hice una gran cantidad de estudios antropológicos en el tema de los voladores en otras culturas, pero no encontré referencia alguna. Don Juan parecía ser la única fuente de información sobre el tema.

‑La mente del volador no te ha abandonado ‑dijo don Juan‑. Ha sido seriamente injuriada. Está haciendo lo posible por restablecer su relación contigo. Pero algo en ti se ha roto para siempre. El volador lo sabe. El verdadero peligro está en que la mente del volador te puede vencer agotándote y forzándote a abandonar jugando con la contradicción entre lo que ella te dice y lo que yo te digo.

»Te digo, la mente del volador no tiene competidores ‑continuó don Juan‑. Cuando propone algo, está de acuerdo con su propia proposición, y te hace creer que hiciste algo de valor. La mente del volador te dirá que lo que don Juan Matus te está diciendo es puro disparate, y luego la misma mente estará de acuerdo con su propia proposición. «Sí, por supuesto, es un disparate», dirás. Así nos vencen.

»Los voladores son una parte esencial del universo ‑continuó‑, y deben tomarse como lo que son realmente: asombrosos, monstruosos. Son el medio por el cual el universo nos pone a prueba.

»Somos sondas creadas por el universo ‑siguió, como si yo no estuviera presente‑, y es porque somos poseedores de energía con conciencia, que somos los medios por los que el universo se vuelve consciente de sí mismo. Los voladores son los desafiantes implacables. No pueden ser considerados de ninguna otra forma. Si lo logramos, el universo nos permite continuar.





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XXI

4 02 2023

PREDADORES, VOLADORES Y SERES INORGÁNICOS

‑Los chamanes del México antiguo ‑dijo‑ vieron al predador. Lo llamaron el volador porque brinca en el aire. No es nada lindo. Es una enorme sombra, de una oscuridad impenetrable, una sombra negra que salta por el aire. Luego, aterriza de plano en el suelo. Los chamanes del México antiguo estaban bastante inquietos con saber cuándo había hecho su aparición en la Tierra. Razonaron que era que el hombre debía haber sido un ser completo en algún momento, con estupendas revelaciones, proezas de conciencia que hoy en día son leyendas mitológicas. Y luego todo parece desvanecerse y nos quedamos con un hombre sumiso.

‑Cuando las dudas te asalten hasta el punto de que corras peligro ‑dijo‑, haz algo pragmático al respecto. Apaga la luz. Perfora la oscuridad. Averigua qué puedes ver.

‑¿Pero por qué, si los chamanes del México antiguo, y todos los chamanes de la actualidad, ven los predadores no hacen nada al respecto? ‑No hay nada que tú y yo podamos hacer ‑dijo don Juan con voz grave y triste‑. Todo lo que podemos hacer es disciplinarnos hasta el punto de que no nos toquen. ¿Cómo puedes pedirles a tus semejantes que atraviesen los mismos rigores de la disciplina? Se reirán y se burlarán de ti, y los más agresivos te darán una patada en el culo. Y no tanto porque no te crean. En lo más profundo de cada ser humano, hay un saber ancestral, visceral acerca de la existencia del predador.

‑No, no lo hacen de esa manera, ¡eso es una idiotez! ‑dijo don Juan, sonriendo‑. Son infinitamente más eficaces y organizados que eso. Para mantenernos obedientes y dóciles y débiles, los predadores se involucraron en una maniobra estupenda (estupenda, por supuesto, desde el punto de vista de un estratega). Una maniobra horrible desde el punto de vista de quien la sufre. ¡Nos dieron su mente! ¿Me escuchas? Los predadores nos dieron su mente, que se vuelve nuestra mente. La mente del predador es barroca, contradictoria, mórbida, llena de miedo a ser descubierta en cualquier momento.

»Aunque nunca has sufrido hambre ‑continuó‑, sé que tienes unas ansias continuas de comer, lo cual no es sino las ansias delpredador que teme que en cualquier momento su maniobra será descubierta y la comida le será negada. A través de la mente, que después de todo es su mente, los predadores inyectan en las vidas de los seres humanos lo que sea conveniente para ellos. Y se garantizan a ellos mismos, de esta manera, un grado de seguridad que actúa como amortiguador de su miedo.

‑Quiero apelar a tu mente analítica ‑dijo don Juan‑. Piensa por un momento, y dime cómo explicarías la contradicción entre la inteligencia del hombre‑ingeniero y la estupidez de sus sistemas de creencias, o la estupidez de su comportamiento contradictorio. Los chamanes creen que los predadores nos han dado nuestro sistemas de creencias, nuestras ideas acerca del bien y el mal, nuestras costumbres sociales. Ellos son los que establecieron nuestras esperanzas y expectativas, nuestros sueños de triunfo y fracaso. Nos otorgaron la codicia, la mezquindad y la cobardía. Es el predador el que nos hace complacientes, rutinarios y egomaniáticos.

‑Has llegado, a través de tu propio esfuerzo, a lo que los chamanes del México antiguo llamaban el tema de temas ‑dijo don Juan‑. Me anduve con rodeos todo este tiempo, insinuándote que algo nos tiene prisioneros. ¡Desde luego que algo nos tiene prisioneros! Esto era un hecho energético para los chamanes del México antiguo. ‑¿Pero, por qué este predador ha tomado posesión de la manera que usted describe, don Juan? ‑pregunté‑. Debe haber una explicación lógica. ‑Hay una explicación ‑replicó don Juan‑, y es la explicación más simple del mundo. Tomaron posesión porque para ellos somos comida, y nos exprimen sin compasión porque somos su sustento. Así como nosotros criamos gallinas en gallineros, así también ellos nos crían en humaneros. Por lo tanto, siempre tienen comida a su alcance.

‑¿Qué es, don Juan? ‑pregunté‑. Veo sombras fugaces negras por todos lados. ‑Ah, es el universo en su totalidad -dijo‑, inconmensurable, no lineal, fuera del reino de la sintaxis. Los chamanes del México antiguo fueron los primeros que vieron esas sombras fugaces, así es que las siguieron. Las vieron como tú las viste hoy, y las vieron como energía que fluye en el universo. Y, sí, descubrieron algo trascendental.

‑¿Qué descubrieron, don Juan? ‑pregunté. ‑Descubrieron que tenemos un compañero de por vida ‑dijo de la manera más clara que pudo‑. Tenemos un predador que vino desde las profundidades del cosmos y tomó control sobre nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El predador es nuestro amo y señor. Nos ha vuelto dóciles, indefensos. Si queremos protestar, suprime nuestras protestas. Si queremos actuar independientemente, nos ordena que no lo hagamos.

‑Hay montones de fuerzas externas controlándote ahorita mismo ‑don Juan replicó‑. El control al que me refiero es algo que está fuera del dominio del lenguaje. Es tu control pero a la vez no lo es. No puede ser clasificado, pero sí puede ser experimentado. Y, por cierto y por sobre todo, puede ser manipulado. Recuerda: puede ser manipulado, por supuesto, para tu beneficio total, que no es, claro, tu propio beneficio sino el beneficio del cuerpo energético. Sin embargo, el cuerpo energético eres tú, así es que podríamos continuar indefinidamente como perros mordiéndose la propia cola, tratando de explicar esto. El lenguaje es inadecuado. Todas estas experiencias están más allá de la sintaxis.

‑Lo que estoy diciendo es que no nos enfrentamos a un simple predador. Es muy ingenioso, y es organizado. Sigue un sistema metódico para volvernos inútiles. El hombre, el ser mágico que es nuestro destino alcanzar, ya no es mágico. Es un pedazo de carne. No hay más sueños para el hombre sino los sueños de un animal que está siendo criado para volverse un pedazo de carne: trillado, convencional, imbécil.

‑Este predador ‑dijo don Juan‑, que por supuesto es un ser inorgánico, no nos es del todo invisible, como lo son otros seres inorgánicos. Creo que de niños sí los vemos, y decidimos que son tan terroríficos que no queremos pensar en ellos. Los niños podrían, por supuesto, decidir enfocarse en esa visión, pero todo el mundo a su alrededor lo disuade de hacerlo.

»La única alternativa que le queda a la humanidad ‑continuó‑ es la disciplina. La disciplina es el único repelente. Pero con disciplina no me refiero a arduas rutinas. No me refiero a levantarse cada mañana a las cinco y media y a darte baños de agua helada hasta ponerte azul. Los chamanes entienden por disciplina la capacidad de enfrentar con serenidad circunstancias que no están incluidas en nuestras expectativas. Para ellos, la disciplina es un arte: el arte de enfrentarse al infinito sin vacilar, no porque sean fuertes y duros, sino porque están llenos de asombro.

‑Los chamanes dicen que la disciplina hace que la capa brillante de conciencia se vuelva desabrida al volador ‑dijo don Juan, escudriñando mi cara como queriendo encontrar algún signo de incredulidad‑. El resultado es que los predadores se desconciertan. Una capa brillante de conciencia que sea incomible no es parte de su cognición, supongo. Una vez desconcertados, no les queda otra opción que descontinuar su nefasta tarea.

»Si los predadores no nos comen nuestra capa brillante de conciencia durante un tiempo ‑continuó‑, ésta seguirá creciendo. Simplificando este asunto en extremo, te puedo decir que los chamanes, por medio de su disciplina, empujan a los predadores lo suficientemente lejos para permitir que su capa brillante de conciencia crezca más allá del nivel de los dedos de los pies. Una vez que pasa este nivel, crece hasta su tamaño natural. Los chamanes del México antiguo decían que la capa brillante de conciencia es como un árbol. Si no se lo poda, crece hasta su tamaño y volumen naturales. A medida que la conciencia alcanza niveles más altos que los dedos de los pies, tremendas maniobras de percepción se vuelven cosa corriente.

CARLOS CASTANEDA

EL LADO ACTIVO DEL INFINITO





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XXI

4 07 2022

Cuando uno no tiene nada que perder, se vuelve valiente. Sólo somos tímidos mientras nos queda algo a lo que aferrarnos.

Un guerrero sabe que no puede cambiar y, sin embargo, se dedica a intentar cambiar, pese a todo. El guerrero jamás se decepciona cuando fracasa en cambiar. Ésa es la única ventaja que tiene un guerrero sobre el hombre corriente.

Los guerreros deben ser impecables en su esfuerzo por cambiar, con el fin de asustar a la forma humana y deshacerse de ella. Al cabo de años de impecabilidad, llegará un momento en que la forma humana no soportará más y se irá. Es decir, llegará un momento en que los campos de energía, retorcidos por toda una vida de hábitos, se enderezarán. Este enderezamiento de los campos de energía afecta profundamente al guerrero, que puede incluso morir; pero un guerrero impecable siempre sobrevive.

La única libertad que tienen los guerreros es la de comportarse impecablemente. Pero la impecabilidad no es sólo su única libertad, sino la única manera de enderezar la forma humana.

Todo hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si alguna de esas partes desaparece, el hábito se desarma.

La lucha está justo aquí, en esta Tierra. Somos criaturas humanas. ¿Quién sabe lo que nos aguarda o la clase de poder que podemos llegar a tener?

El mundo de la gente tiene subidas y bajadas, y la gente sube y baja con su mundo; los guerreros no tienen por qué seguir las subidas y bajadas de sus semejantes.

El núcleo de nuestro ser es el acto de percibir, y la magia de nuestro ser es el acto de ser conscientes. La percepción y la conciencia constituyen una misma e inseparable unidad funcional.

Se escoge sólo una vez. Elegimos ser guerreros o ser hombres corrientes. No existe una segunda oportunidad. No sobre esta Tierra.

El camino del guerrero ofrece al hombre una vida nueva, y esa vida tiene que ser completamente nueva. No puede uno llevar a esa nueva vida sus viejas y malas costumbres.

Los guerreros siempre toman el primer suceso de una serie como el bosquejo o el mapa de lo que a continuación va a desplegarse ante ellos.

A los seres humanos les encanta que les digan lo que deben hacer, pero aún les gusta más luchar y resistirse a hacer lo que se les dice; y de este modo se enredan en aborrecer a quien los ha aconsejado.

Todo el mundo dispone de suficiente poder personal para lograr algo. El truco del guerrero consiste en desviar su poder personal de su debilidad para emplearlo en su propósito de guerrero.

Todos podemos ver y, sin embargo, elegimos no recordar lo que vemos.

LA RUEDA DEL TIEMPO

CARLOS CASTANEDA





TÉCNICAS CHAMÁNICAS

3 02 2022

ACECHAR CON EL DOBLE

—Vas a quedarte conmigo por un tiempo, y voy a enseñarte cómo acechar con el cuerpo de ensueño, —dijo. —Pero aún no he terminado de recapitular, —dije—. ¿No debería continuar con eso? —Recapitular es importante, pero también lo es ensoñar. Tengo que prepararte de la manera adecuada ahora porque hay muy poco tiempo. Luego puedes practicar pot tu cuenta. Sin embargo, mientras estés aquí, debes seguir mis instrucciones. ¿De acuerdo?

—Ensoñar y observar van de la mano, —comenzó Zuleica—. Ya entendiste eso cuando observaste las ondas en el estanque. Ahora deja que el sonido del agua te lleve. Así es como comienzas. Encuentras algo en el mundo que brilla o resplandece y lo miras fijamente. Luego, encuentras un sonido, como lluvia, agua de un arroyo, incluso el ruido de la ciudad. Y sigues los sonidos. Luego lo transfieres a tus ensueños obrservándolo en los ensueños o escuchando ese sonido mientras duermes.

Sabía a qué se refería. Una vez tuve un pulidor de rocas que hacía un ruido terrible. Como tenía que mantenerlo encendido las 24 horas del día para que las piedras se pulieran mientras chocaban entre sí en el pulidor, pude escuchar ese ruido mientras dormía. Recuerdo que el ruido me llevaría a lugares a los que no quería ir. Así que finalmente tuve que apagar la máquina por la noche. —Hay ejercicios que puedes hacer para mover tu conciencia al otro lado, —dijo Zuleica. —¿El otro lado? —A tu cuerpo de ensueño.

—Cuando duermas, debes permitir que el cuerpo de ensueño se vuelva consciente, consciente de sí mismo. Tú haces esto al principio mirando tus manos y luego levantándote de la cama para moverte alrededor. O puedes encontrar cualquier otra cosa que quieras, tal como el objeto que observas durante el día. O algo en particular que quieres encontrar. En otras palabras, el cuerpo de ensueño debe responder a tus órdenes. Acechar con el doble es controlar tus movimientos en un esfuerzo específico y no gastar tu energía en un arrebato loco.

—¿Cómo se gasta la energía? —pregunté. —Poco a poco, armoniosamente. Trata de prolongar el esfuerzo de tus ensueños el mayor tiempo posible, pero siempre reserva energía para que puedas despertarte y no perderte en lugares de los que no podrás volver.

Colocó un cojín en el suelo frente a una mesa baja de hierro forjado y me dijo que me sentara cómodamente, cruzando las piernas si lo deseaba. En el centro de la mesa colocó una pequeña vela azul y la encendió. Después de parpadear por un momento, la llama amarilla formó un óvalo perfecto e inquebrantable. Zuleica sopló suavemente sobre la llama, haciendo que saltara de lado por un instante. Cuando pasó la corriente de aire, la llama se enderezó y volvió a la calma. Observé a Zuleica con atención porque sabía que había una lección sobre lo que estaba haciendo. —Hay dos lados para todo, —dijo sentada en una silla de caña con respaldo alto—. Y eso incluye la mente. Por un lado, puede pensar, razonar y reflexionar sobre sí misma para crear y sacar conclusiones. La otra cualidad de la mente es estar en silencio, inactiva y sin pensar. Todos sabemos cómo razonar y reflexionar sobre nosotros mismos, pero lograr silencio es más difícil.

Sin levantarse, volvió a soplar la llama. Me sorprendió ver que la llama saltó como lo había hecho antes. —La mente es como esta llama. Salta con la más mínima perturbación y se agita en el momento en que una brisa la toca, —dijo—. Los pensamientos y los deseos son como ráfagas de aire; activan la mente y la hacen revolotear.

En un tono claro, explicó que hay dos enfoques para lograr el silencio mental. Se puso de pie y colocó su mano alrededor de la llama para formar un escudo parcial, luego sopló de nuevo. Esta vez, la llama, protegida por su mano, no parpadeó. —Una aproximación al silencio y el sosiego es proteger la mente de las perturbaciones externas que pueden inquietarla. Tú haces eso alejándote de las fuerzas disruptivas o perjudiciales que amenazan tu bienestar. En otras palabras, te retiras y te escondes en tus profundidades.

El segundo método, dijo Zuleica que era más difícil de lograr porque involucraba una delicada maniobra de proteger la mente no de la influencia externa sino de su propia influencia. En este caso, dado que los estímulos perturbadores provienen del interior, no hay forma de correr o retirarse al yo, ya que la mente misma está agitada y corriendo. Por lo tanto, uno tiene que detener la agitación fijando la mente en algún punto, como una imagen, idea o sonido, y de esta manera hacerla inmóvil.

—La quietud es el producto de la disciplina y el entrenamiento, — dijo Zuleica—. Eso implica detener el diálogo interno enfocándose en un solo punto, o expandiendo la conciencia para fusionarse con el gran silencio que existe más allá de los límites del pensamiento. Mientras escuchaba su charla, sentí una quietud asentarse en mí como si no viniera de sus palabras sino de su propio ser. —No ser perturbado significa que nada puede desviar tu atención de su centro, —dijo ella sintiendo mi estado de ánimo—. Uno de los mejores métodos para lograr esto es observar un objeto encendido o luminoso.

Me preguntó si había entendido las dos aproximaciones para silenciar la mente, que según ella eran realmente métodos de observar. Cuando dudaba, ella los repetía. En primera instancia, el cuerpo y la mente son removidos de los estímulos perturbadores, retirándose o alejándose de ellos. Esto puede lograrse porque las fuerzas disruptivas provienen del exterior. En segunda instancia, el cuerpo y la mente son mantenidos firmes, porque las perturbaciones surgen dentro del propio ser. —Es mejor usar una combinación de ambos métodos; retirada y fijación, —dijo—. Es por eso que estás aquí en esta casa tranquila donde nadie te moleste. Mientras aprendes estas técnicas de observación, debes retirarte del mundo exterior. Pero también debes retirarte del mundo que llevas dentro de ti fijando tu mente a través de las practicas de observación.

—¿Qué hace realmente fijar la mente? —pregunté. —Solo una mente fija o centrada te permite la libertad de venir e ir cuando quieras. Le dije que no entendía cómo una mente fija podía permitir que uno se moviera. Parecía ser una contradicción. Zuleica levantó cuidadosamente la vela y la movió lentamente de un lado a otro para que la llama no temblara, pero que fueran iluminadas diferentes áreas de la mesa. —Observa que la llama no parpadea y, sin embargo, se mueve. Una conciencia fija y constante le permite ver cualquier cosa, moverse en cualquier dirección sin volverse agitada por lo que ve o hace. Por lo tanto, puedes ir y venir a cualquier parte y sin embargo estar en control.

Zuleica puso la vela en la mesa para que la llama quedara justo al nivel de mis ojos. —Si tu mente no está fija, y tus pensamientos saltan por todos los lados, lo que sea que veas te atraerá y afectará tu conciencia. Entonces tendrás que luchar para liberarte antes de que seas libre para moverte a otra cosa. Y al poco tiempo tendrás tantos lazos que no podrás moverte en absoluto. —¿Qué ocurrirá entonces? —Tendrás que recapitular tus actos para liberar tu energía, —dijo—. Esto es porqué recomendamos que uno siempre recapitule los eventos del día de modo que uno sea libre de su influencia, y uno no construye lazos energéticos.

Zuleica enfatizó que recordar los eventos de mi vida combinado con la respiración que aprendí no solo puede limpiar los lazos del pasado, sino también mantener la conciencia en una condición fluida en todo momento del día. Una vez liberada, la conciencia puede enfocarse y usarse al servicio del intento, o el espíritu que nos gobierna y nos da vida. —Debemos usar nuestra conciencia para liberar la conciencia, — dijo—. Así como usamos una aguja para sacar una astilla en un dedo. Ahora, basta de explicación. Pongámonos a practicar. Zuleica me ordenó observar la vela por un momento y luego colocar las palmas de mis manos sobre mis ojos y visualizar la llama. Por un momento miré la llama, luego cerré los ojos y los cubrí con las palmas. Pude ver un círculo verde amarillento, luego apareció una llama dorada que se convirtió en un brillante resplandor rojo anaranjado. Pronto la llama fue reemplazada por una pequeña abertura negra que se formó frente a mis ojos.

Zuleica me dijo que repitiera el ejercicio de observar la llama y luego cubrirme los ojos con las palmas. Esta vez, la luz rojiza parecía moverse hacia mi derecha, y era difícil mantenerla centrada en mi nivel de visión interior. Ella dijo que debería tratar de mover la imagen de la llama más cerca y más lejos de mí, mientras mantenía mis ojos cubiertos con mis palmas. Después de un tiempo pude sostener la imagen de la llama y alejarla o acercarla usando la fuerza de mi mente. —Esta práctica de observación te ayudará a desarrollar tu capacidad de concentración, —dijo Zuleica cuando abrí los ojos nuevamente—. Del mismo modo que los pases de brujería fortalecen tu cuerpo energético, tu control mental puede agudizarse mediante las técnicas de observación.

Agregó que visualizar una luz no solo calma los pensamientos, sino que también activa un centro de energía fundamental en la parte posterior de la cabeza, vigorizando todo el cuerpo. Ella remarcó que con la práctica continua, ya no necesitaría mirar una vela, sino que podría ver la llama simplemente cerrando los ojos. La luz, una vez fijada, me ayudaría a concentrarme en un solo punto, excluyendo todas las demás influencias. —Esta es una forma de silenciar la mente, —dijo Zuleica—. Aunque te estás concentrando activamente, tu mente está en reposo porque no está dispersa en mil direcciones. La forma de descanso más estimulante, explicó, no es el sueño pasivo en el que una persona está a merced de sueños perturbadores, sino una concentración activa y controlada, en la que uno atiende solo a la luz vigorizante frente a los ojos.

Me recomendó que me pusiera de pie y caminara un rato para aflojar mis extremidades antes de continuar con el segundo ejercicio de observación. Cuando volví a sentarme en el cojín, vi que Zuleica había colocado una gran pluma de cuervo negro sobre la mesa.

—Hora, te mostraré otra forma de silenciar la mente, —dijo—. Siéntate en silencio, respira naturalmente y sin pensar, mira la pluma. Ella dijo que debía centrar mi atención en la pluma hasta que me fusionase a ella. Ella dijo que era posible fusionarse con cualquier objeto que uno estuviera observando de modo que ya no era una entidad separada, sino algo vivo y parte del propio ser energético —¿Cómo es eso posible? —pregunté—. ¿Todos saben que el mundo está hecho de objetos separados? Zuleica arqueó una ceja. —¿Lo es realmente? —preguntó—. Los objetos solo están separados cuando pensamos en ellos. Cuando los observamos, se fusionan en un solo campo de energía que también incluye nuestros cuerpos energéticos. Me miró para ver si comprendía lo que decía. Debo haberle dado una mirada tonta porque ella agregó: —Acabo de revelarte un secreto de brujería e insistes en tomarlo como una declaración ordinaria. Piensa en lo que dije. Estuve en silencio por un momento. —Todavía me parece una pluma ordinaria, —dije tercamente. Zuleica sacudió la cabeza. —El aquí y el allá son uno. El allá y el aquí son uno. Nada está separado de nada.

Mientras observaba la pluma, noté que mi respiración se volvía más lenta, más rítmica. Se había bajado a mi abdomen. Mis pensamientos se desvanecieron y me sumergí en un profundo silencio. Parecía que Zuleica tenía razón. En un momento la pluma era consciente y me observaba; irradiaba energía hacia mí como si fuera consciente de que la estaba mirando. Tenía la clara certeza de que, si lo intentaba, yo podría hacer que la pluma se soltase de la mesa y flotara en el aire, para que estuviéramos unidas energéticamente. Después de un rato, Zuleica me dijo que moviera la cabeza en pequeños círculos para descansar los ojos; habían comenzado a llorar por la tensión de mirar a la pluma. Explicó que el objetivo de la observación no era mirar fijamente un objeto, sino dejar que los ojos acariciaran suavemente el objeto, de modo que respondiendo a los sentimientos de uno, se abriese y emanara su propio sentimiento y conocimiento —Es una fusión de ambos sentimientos, desde el observador y el objeto, lo que resulta en una combinación común de conciencia y una sensación de confianza y afecto mutuos, —dijo Zuleica.

Además, explicó que esta sensación de apertura y empatía es el resultado de detener el diálogo interno y permitir que la sensibilidad interna de uno se derrame y se fusione con lo que sea que uno está observando. —Elige cualquier objeto que te agrade, —dijo Zuleica—. Nunca mires nada que sea desagradable o aterrador. —¿Porqué es eso? —Porque a través de una observación fija, abres centros en tu cuerpo energético y la energía del objeto entrará dentro de ti. Del mismo modo, si no estás de buen humor, no debes infligir tus sentimientos negativos en los objetos que te rodean concentrándote en ellos, independientemente de si son rocas, plumas de personas. Descansé los ojos haciendo círculos con la nariz primero en sentido horario y luego en sentido antihorario. Cuando me relajé de nuevo, Zuleica me dio un tercer ejercicio para fijar la mente, uno que consistía en visualizar una figura o forma.

—¿Qué tipo de forma debo visualizar? —pregunté. —Cualquier forma agradable servirá, —respondió. Cogió mi cuaderno de dibujo e grabó un círculo. En su centro, dibujó un círculo más pequeño y lo sombreó de negro. Ella dijo que siempre era agradable visualizar un círculo porque representaba la integridad del universo del cual no se podía agregar ni quitar nada. Visualizar un círculo, dijo que llenaba de una sensación de plenitud y bienestar que se necesitaba para un viaje alegre. Zuleica me dijo que cerrara los ojos y, moviéndolos en el sentido de las agujas del reloj, dibujase un círculo lenta y suavemente con mi mente. Entonces mi sentimiento interno fue saltar al centro del círculo y pararme momentáneamente allí. Luego debía fijar mi atención en la parte superior y comenzar a inscribir nuevamente el círculo y repetir el procedimiento de empujar a través del centro. Zuleica explicó que el movimiento circular de los ojos y el salto mental hacia el centro del círculo deberían repetirse hasta que pudiera hacerlo con gran concentración. Este ejercicio me pareció más difícil que el anterior. Me dio sueño. Comencé a bostezar y a agitarme. —Cuando observamos hacia adentro nuestra forma externa,

uno no debe agitarse ni dejar que sus pensamientos vaguen, —advirtió Zuleica—. Si lo hacen, inmediatamente trae tu atención a tu tarea. Explicó que saltar al centro del círculo tenía un efecto muy poderoso en los puntos de energía ubicados detrás de los ojos. Empujar hacia el centro del círculo ayudaba a abrir el pasillo o la puerta al otro mundo. —¡¿Qué hay del otro lado ?! —Quise saber. Zuleica vaciló. —Quizás todo, quizás nada. Pronto lo verás por ti misma. Ella sugirió que continuara grabando círculos para calmar y fortalecer la mente. Ella me aseguró que empujando suavemente pero con firmeza hacia el centro, desarrollaría una firmeza e imperturbabilidad que eran indispensables para viajar con el cuerpo energético. Después de practicar la técnica varias veces más, Zuleica se puso de pie y me dijo que seleccionara una de las tres técnicas que me había enseñado y que la practicara mientras atendía a algunos asuntos. Decidí observar la vela encendida; de alguna manera encontré atractiva la suave llama amarilla. Cuando cerré los ojos, todavía podía ver la llama y practiqué moverla de un lado a otro. Parecía que solo habían pasado momentos, cuando Zuleica regresó y me dijo que apagara la vela.

—Siempre que la mente esté agitada o inquieta, asegúrate de hacer uno de estos ejercicios, —aconsejó—. La llama dorada, una vez fijada en tu mente, brillará a través de la niebla como un faro del otro lado. Una vez fijada, incluso si tus ojos están cerrados, estará allí frente a ti para calmar tu corazón. Nos sentamos en una oscuridad casi total porque el sol ya se había puesto, y ella aún no había encendido los faroles exteriores. —¿Por qué es importante aquietar la mente?, —pregunté. —Si vinculas tus acciones al nivel de silencio profundo, —dijo Zuleica—, habrás logrado una hazaña delicada: la de la inacción completa o no-hacer. Una vez que uno aprende a aprovechar la energía del no-hacer, uno puede llegar a ser verdaderamente poderoso. Explicó además que para lograr cualquier cosa, necesitábamos un intento inflexible que le diera a los actos dirección y propósito, así

como una conciencia refinada y sutil que le diera poder a los actos de uno. Ella enfatizó que solo una conciencia refinada y sutil nos permitirá llegar más allá del mundo de la forma y entrar en las capas de energía de los otros reinos. Se inclinó más sobre su silla y dijo en voz baja: —Ahora voy a revelar el segundo de los secretos de los brujos. Cuando practicas la observación, realmente estás practicando ensoñar mientras estás despierta. Nuevamente me miró para ver si entendía su significado. —Estás enfocando la energía del intento, que es la abstracción en sí misma y te alejas del nivel físico hacia el reino de la energía pura. Explicó que el intento es la fuerza que mantiene unidas las cosas, les da orden y poder. Observar despierta la conciencia subyacente que los brujos llaman intento, esa fuerza que nos permite percibir, y une nuestro cuerpo directamente a ella. También es esta fuerza firme e inflexible llamada intento, la que distingue los actos de poder de los actos superficiales y arbitrarios de la vida cotidiana.

—A través del observar, tu cuerpo físico se transforma gradualmente para que coincida con tu vitalidad mental. Finalmente, el cuerpo se vuelve tan ligero que se convierte en energía pura. Cuando esto sucede, uno está soñando con la totalidad de uno mismo. Todo lo que uno tiene que hacer es intentar algo y el cuerpo lo percibirá. Esto sucede porque uno se ha vinculado al intento y está ensoñando con el poder de la creación misma. Las técnicas de observación fueron diseñadas por brujos de la antigüedad para llegar a esta sutil manipulación de la percepción. Zuleica recogió la pluma y la dejó caer suavemente sobre la mesa. —Practica el observar y eventualmente purificarás tu cuerpo para que se vuelva tan ligero como esta pluma, —dijo—. Cuando tu cuerpo se transforma en energía pura como tu mente, no habrá diferencia entre lo que piensas y lo que eres. El aquí y el allá del espacio y el tiempo se fusionarán en una conciencia única de ahora, y tu mente y tu cuerpo ya no estarán separados, sino será una sola unidad energética de ser aquí.

TEXTOS INÉDITOS

THAISA ABELAR





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XX

4 08 2021

—Con intento inflexible, el cuerpo seguirá a la mente donde vaya, —me aseguró. Le pedí que explicara qué quería decir con eso. —Lo haces todo el tiempo, —dijo—. Por ejemplo, cuando activas un recuerdo llamado infelicidad, todo tu ser completo se sumerge en ese sentimiento y te vuelves infeliz. Es por eso que no se recomienda entregarse a cualquier cosa. La mente no está separada del cuerpo, aunque preferimos pensar qué así es.

—Cada vez que nos miramos en un espejo, —dijo don Juan—, o vemos nuestro reflejo en un estanque de agua, creemos que vemos a la misma persona que vimos la última vez que miramos. Podemos ver algunos cambios como arrugas o una barba más larga o una expresión diferente. Pero sabemos estos las diferencias son superficiales. No nos hacen otra persona. Hemos aprendido a reconocernos como seres que cambian, pero a nuestro ojo interno, sin embargo, somos los mismos.

Se inclinó hacia mí y acercó su rostro incómodamente al mío. — Pero no es más que un espejismo, —susurró—. Por eso nunca deberías mirarte muy de cerca en un espejo; te arreglarás a ti mismo permanentemente como algo que no quieres ser.

Reiteró que estamos cambiando constantemente y nunca somos lo mismo de momento a momento. Cada nuevo pensamiento, acción o experiencia nos hace diferentes Es solo el recuerdo de nosotros mismos lo que nos asegura que somos continuos, estables y familiares. —Si siempre estamos cambiando, —dije—, ¿Cómo podemos reconocernos a nosotros mismos?

Dijo que no hay forma de reconocernos a nosotros mismos, porque somos un misterio. Totalmente desconocidos para nosotros mismos y para los demás. —Ese es uno de los preceptos del acecho, —subrayó—. Yo lo aprendí de mi benefactor, el Nagual Julián, y te lo paso a ti. Somos un misterio indescriptible. —Pero yo sé quién soy, —dije. —Eso es porque eres una tonta, —dijo don Juan riéndose—.Es estúpido creer que solo porque tienes un nombre, una dirección, un trabajo, o vas a la escuela, ya te conoces a ti mismo o a los otros. »Estos atributos no son tu verdadero ser; son solo formas de describir quién eres, para que puedas hablar acerca de ti misma como una persona social. —¿Está diciendo que no existo? —Existes, pero no de la manera que tu piensas, —dijo. Don Juan enfatizó que la idea de que el cuerpo es una constante entidad continua, es una de las suposiciones más difíciles de romper.

—¿Porqué pasa eso? —Pregunté tomando un bocado del pan que trajo. —Porque las personas se identifican con sus cuerpos, que ellos perciben de la manera que es aceptada por el mundo que los rodea. Argumenté que el cuerpo físico es verdadero y no una apariencia. Pero él insistió en que mantener esta posición deriva de una percepción limitada y sentido común incorrecto. —Tu cuerpo es una idea, una abstracción, —reiteró él—. Como tú lo consideras depende de tu cultura y la modalidad del tiempo en que tú vives. Por ejemplo, las personas del pasado no tenían la misma perspectiva del cuerpo que tenemos nosotros. Y el hombre occidental no tiene la misma vista de él que tiene un hechicero. —¿No tenemos básicamente la misma estructura física? —pregunté—. ¿Dos brazos y piernas y un torso? —Si tuviéramos la misma composición física, todos seríamos capaces de hacer las mismas cosas, —respondió—. Pero la mayoría de la gente no puede volar el aire, o atravesar paredes, o extender sus fibras luminosas para viajar a través de grandes distancias. O desaparecer justo en frente de tus ojos.

Debo haberle dado una mirada burlona, porque agregó: —Algunas personas no pueden percibir el cuerpo etéreo o energético que les permitiría realizar estas hazañas extraordinarias. Por lo tanto, a diferencia del hechicero que diariamente se sintoniza y vigoriza su cuerpo energético, su doble, la persona promedio no hace nada para mejorarlo, pero sí hace todo para realzar su auto importancia, su persona social. —¿Qué quiere usted decir con auto-importancia? —pregunté. Don Juan pensó por un momento mientras elegía sus palabras. —Es poner un énfasis indebido en la idea que una persona tiene de sí misma. Con el objeto de que esa idea se convierta en realidad, se le debe dar energía constante. Uno siempre debe atenderlo, sostenerlo, reforzarlo, mimarlo con el fin de mantenerlo vivo. Cuando le pregunté por qué era así, don Juan respondió que la gente ha perdido contacto con sus misteriosos orígenes que les representan lo desconocido y solo son dejados con una imitación insignificante, un idea quimérica que ellos consideran como real.

—Si las personas se dieran cuenta de que son desconocidas para sí mismas y para los otros, no se considerarían a sí mismos importantes ni se apoyarían con sentirse especiales. Ellos sabrían que ya son especiales. Pero habiendo perdido de vista su verdadero misterio, ellos intentan hacerse los misteriosos y tratar de actuar de manera importante. Pero eso es un error mortal. —¿Por qué es eso un error? —Porque nunca deberíamos intentar ser nada, —respondió—. Nuestra naturaleza misteriosa ya nos hace todo lo que podríamos ser.

TEXTOS INÉDITOS

TAISHA ABELAR





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XIX

16 06 2021

La ventaja oculta de los seres luminosos es que tienen algo que nunca se utiliza: el intento. La maniobra de los chamanes es la misma que la del hombre corriente. Ambos tienen una descripción del mundo. El hombre corriente la sostiene con su razón; el chamán, con su intento. Ambas descripciones tienen sus reglas; pero la ventaja del chamán es que el intento abarca más que la razón.

Sólo como guerrero se puede soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos puedan ser buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.

La diferencia básica entre un hombre corriente y un guerrero es que para un guerrero todo es como un desafío, mientras que para un hombre corriente todo es como una bendición o una maldición.

La carta ganadora del guerrero es que cree sin creer. Pero, obviamente, un guerrero no puede decir simplemente que cree y dejar las cosas ahí. Eso resultaría demasiado fácil. Sólo creer, sin más, le libraría de examinar su situación. Siempre que un guerrero se implica con alguna creencia, lo hace porque ésa es su elección. Un guerrero no cree; un guerrero tiene que creer.

La muerte es el ingrediente indispensable del tener que creer. Sin la conciencia de la muerte, todo es ordinario, trivial. Sólo porque la muerte lo acecha es por lo que un guerrero tiene que creer que el mundo es un misterio insondable. Tener que creer de este modo es la expresión de la más íntima predilección del guerrero.

El poder pone siempre al alcance del guerrero un centímetro cúbico de suerte. El arte del guerrero consiste en ser permanentemente fluido para poderlo atrapar.

El hombre corriente es consciente de todo sólo cuando piensa que debería serlo; la condición de un guerrero, en cambio, es ser consciente de todo en todo momento.

La totalidad de nosotros mismos es algo muy misterioso. Necesitamos solamente una porción muy pequeña de esa totalidad para llevar a cabo las tareas más complejas de la vida. Pero, al morir, morimos con la totalidad de nosotros mismos.

Una regla básica para el guerrero es que toma sus decisiones con tanto cuidado que nada de lo que pueda ocurrir como resultado es capaz de sorprenderlo; mucho menos, de menguar su poder.

Cuando un guerrero toma la decisión de pasar a la acción, debería estar dispuesto a morir. Si está dispuesto a morir, no habrá tropiezos, ni sorpresas desagradables, ni actos innecesarios. Todo encajará suavementeen su sitio porque no espera nada.

Carlos Castaneda

La rueda del tiempo





MÁXIMAS DEL GUERRERO IMPECABLE XVIII

1 02 2021

Siempre que el diálogo interno cesa, el mundo se desploma y afloran extraordinarias facetas nuestras, como si hubieran estado celosamente guardadas por nuestras palabras.

El mundo es insondable. Y también lo somos nosotros, así como todos los seres que existen en este mundo.

Los guerreros no ganan victorias golpeándose la cabeza contra los muros, sino rebasando los muros. Los guerreros saltan sobre los muros, no los derriban. Un guerrero debe cultivar el sentimiento de que tiene cuanto necesita para ese viaje extravagante que es su vida. Lo que cuenta para un guerrero es estar vivo. La vida es suficiente y completa en sí misma, y por sí misma se explica.

Por eso puede uno decir, sin presunción, que la experiencia de las experiencias es estar vivo.

El hombre corriente piensa que entregarse a las dudas y a las tribulaciones es señal de sensibilidad, de espiritualidad. Lo cierto es que el hombre corriente no puede hallarse más lejos de ser sensible. Su diminuta razón se convierte, deliberadamente, en el monstruo o en el santo que imagina ser, aunque en realidad es demasiado minúscula para un molde de monstruo o de santo deesetamaño.

Ser un guerrero no es sólo cuestión de desearlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, como nadie nace hombre corriente. Somos nosotros quienes nos hacemos lo uno o lo otro.

Un guerrero muere difícilmente. Su muerte debe luchar para llevárselo. Un guerrero no se entrega a la muerte tan fácilmente. Los seres humanos no son objetos; no tienen solidez. Son seres redondos, luminosos; no tienen límites. El mundo delos objetos y de la solidez no es más que una descripción que fue creada para ayudarlos, para facilitar su paso por la Tierra. Su razón hace que los seres humanos olviden que la descripción del mundo es tan sólo una descripción, y antes de que se den cuenta, han atrapado la totalidad de sí mismos en un círculo vicioso del cual raramente escapan durante su vida.

Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron. Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender.

Carlos Castaneda

La rueda del tiempo